Nos sobra el dinero, el público, más concretamente. No se dejen engañar por los vaivenes de nuestra amada prima, a la que últimamente le ha dado por ponerse tacones y admirar por encima del hombro los correteos nerviosos de políticos y gente de mando en general.
Nada más lejos de la realidad. Las arcas nacionales se encuentran rebosantes para regocijo de quienes sí conocen esta información que ahora comparto con ustedes.
Era todo una inocentada. No hay crisis. Las constantes subidas de impuestos solo pretendían seguir con el juego. ¿Alguien ha dicho paro? No hay paro. En realidad los más de 5 millones de parados españoles solo son una panda de vagos analfabetos cuya aspiración en la vida no es más que vivir del cuento. Pero, ¿qué más da? Podemos permitírnoslo, ¿no?
Si podemos hacer frente con fondos públicos a los constantes fines de semana en Marbella de Carlos Dívar, Presidente del Tribunal Supremo, ¿no podemos acaso disponer todos del dinero público para vivir del cuento?
A mí, personalmente, siempre me han apetecido unas vacaciones en el Caribe. Tendré que informarme para saber con quién debo hablar, al fin y al cabo, el dinero público es de todos, tanto suyo como mío.
Y lo mejor de todo es que no hay que justificar gasto alguno. Llegados a este punto no tengo la certeza absoluta. Es evidente, tal y como ya se ha encargado de señalar el teniente fiscal del Tribunal Supremo al archivar el caso, que Carlos Dívar no tiene obligación de especificar el motivo de sus constantes fines de semana (de hasta 4 días) en Puerto Banús, porque, simplemente, ostentar ese cargo implica no tener que justificar sus gastos.
Nada más lejos de la realidad. Las arcas nacionales se encuentran rebosantes para regocijo de quienes sí conocen esta información que ahora comparto con ustedes.
Era todo una inocentada. No hay crisis. Las constantes subidas de impuestos solo pretendían seguir con el juego. ¿Alguien ha dicho paro? No hay paro. En realidad los más de 5 millones de parados españoles solo son una panda de vagos analfabetos cuya aspiración en la vida no es más que vivir del cuento. Pero, ¿qué más da? Podemos permitírnoslo, ¿no?
Si podemos hacer frente con fondos públicos a los constantes fines de semana en Marbella de Carlos Dívar, Presidente del Tribunal Supremo, ¿no podemos acaso disponer todos del dinero público para vivir del cuento?
A mí, personalmente, siempre me han apetecido unas vacaciones en el Caribe. Tendré que informarme para saber con quién debo hablar, al fin y al cabo, el dinero público es de todos, tanto suyo como mío.
Y lo mejor de todo es que no hay que justificar gasto alguno. Llegados a este punto no tengo la certeza absoluta. Es evidente, tal y como ya se ha encargado de señalar el teniente fiscal del Tribunal Supremo al archivar el caso, que Carlos Dívar no tiene obligación de especificar el motivo de sus constantes fines de semana (de hasta 4 días) en Puerto Banús, porque, simplemente, ostentar ese cargo implica no tener que justificar sus gastos.
¿Por qué habría de tener que hacerlo, siendo dinero público? ¿Alguien ha osado pensar que sí debería? ¡Que idea tan descabellada!
¡Pues no! ¡Claro que no! ¡Hombre, por favor! Simplemente porque disponer de ese cargo es motivo más que suficiente como para cargar cuantos gastos se deseen a las arcas públicas. Esas mismas arcas de las que se nos dice que se encuentran en una situación alarmante. Imagino, en vista de la facilidad con la que se utilizan, que el problema reside en la enorme cantidad de recursos de los que disponemos.
Además, parece que la clave del asunto reside en que durante dichos viajes no tuvo intención de lucrarse. ¡Fantástico!
¿Para qué pagar impuestos religiosamente si puedo defraudar a Hacienda sin coste penal alguno y, además, ser premiado con tan solo un 10% de cotización por tan maravillosa hazaña?
Así que, de la misma forma, ¿por qué costearme mis viajes privados si puedo cargar la cuenta a costa de todos los españolitos que se están dejando la piel para solucionar una situación cada vez más irremediable?
Sigamos despidiendo a funcionarios en este o aquel ayuntamiento, recortando en educación, despidiendo a docentes, imponiendo copagos, premiando a los defraudadores, pero, por favor, que nunca nos quiten nuestro viajecito de la semana.
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