¿No os encantan las huelgas? A mí, particularmente, me emociona cada vez que se convoca alguna. Sencillamente porque espero como agua de mayo que comiencen los recuentos de asistencia a la misma de las diversas instituciones. ¿Acaso no son verdaderamente geniales? Genios han de ser quienes las elaboran. Mi mente perversa imagina en cada institución a concentrados trabajadores que se afanan por contar a los allí presentes.
- Este de la gorrita de rayas... 1, el del polo verde... 2, la señora con el bolso de Gucci...3, ¡Oh! ¿Has visto ese bolso?... ¿Por dónde iba? Entonces habíamos dicho que la señora del bolso de Gucci era el 2, ¿no?
No entiendo como alguien puede oponerse a una huelga en todos los niveles de la educación si no hace falta más que ver los datos aportados para confirmar lo que todos ya nos estábamos oliendo, no sabemos contar.
Desde hace años el informe PISA viene situándonos en pésimos lugares en cuanto a las competencias de nuestros alumnos, pero, señores, no es este un problema que afecte solo a nuestros chavales (universitarios incluidos), si no a toda la sociedad y, desgraciadamente, se ha ensañado especialmente con nuestra clase política.
De las 14 Comunidades Autónomas convocadas a la huelga, desde el nivel infantil al universitario, los sindicatos cifran la asistencia en un fantástico 80%. Un éxito rotundo hasta que nos topamos con las cifras del Ministerio de Educación, que, aun esperando una notable diferencia, reconozco que esta vez me han dejado perpleja. Un 19%, que mas tarde tuvieron la amabilidad de subir a un 22,7%. Al final unos puntitos de nada de diferencia.
¿Nos toman el pelo, tanto unos como otros? Una cosa es la absolutamente criticable actitud humana de intentar llevar las cosas a tu terreno y, otra, hacerlo de esta forma tan descarada.
Este tipo de contradicciones solo tienen un efecto claro y, desde luego, no es el de informar con hechos objetivos, sino el de tratar de engañar a la opinión pública e insultar a la inteligencia de cuantos pretendemos informarnos de lo que acontece.
Sin duda nos falta educación. Y mucha. Recortar en esta partida nos va a salir infinitamente más caro de lo que supuestamente ahorraremos. Hace unos días señalé aquí la importancia del gasto público en educación y no voy a volver sobre lo mismo.
- Este de la gorrita de rayas... 1, el del polo verde... 2, la señora con el bolso de Gucci...3, ¡Oh! ¿Has visto ese bolso?... ¿Por dónde iba? Entonces habíamos dicho que la señora del bolso de Gucci era el 2, ¿no?
No entiendo como alguien puede oponerse a una huelga en todos los niveles de la educación si no hace falta más que ver los datos aportados para confirmar lo que todos ya nos estábamos oliendo, no sabemos contar.
Desde hace años el informe PISA viene situándonos en pésimos lugares en cuanto a las competencias de nuestros alumnos, pero, señores, no es este un problema que afecte solo a nuestros chavales (universitarios incluidos), si no a toda la sociedad y, desgraciadamente, se ha ensañado especialmente con nuestra clase política.
De las 14 Comunidades Autónomas convocadas a la huelga, desde el nivel infantil al universitario, los sindicatos cifran la asistencia en un fantástico 80%. Un éxito rotundo hasta que nos topamos con las cifras del Ministerio de Educación, que, aun esperando una notable diferencia, reconozco que esta vez me han dejado perpleja. Un 19%, que mas tarde tuvieron la amabilidad de subir a un 22,7%. Al final unos puntitos de nada de diferencia.
¿Nos toman el pelo, tanto unos como otros? Una cosa es la absolutamente criticable actitud humana de intentar llevar las cosas a tu terreno y, otra, hacerlo de esta forma tan descarada.
Este tipo de contradicciones solo tienen un efecto claro y, desde luego, no es el de informar con hechos objetivos, sino el de tratar de engañar a la opinión pública e insultar a la inteligencia de cuantos pretendemos informarnos de lo que acontece.
Sin duda nos falta educación. Y mucha. Recortar en esta partida nos va a salir infinitamente más caro de lo que supuestamente ahorraremos. Hace unos días señalé aquí la importancia del gasto público en educación y no voy a volver sobre lo mismo.
Recortar en educación es recortar en futuro. Una frase muchas veces repetida pero que no acaba de calar en las mentes de quienes debe hacerlo. Tanto como lo es recortar en investigación, algo de lo que se está hablando poco pero que se encuentra actualmente en cifras alarmantes.
Tal como el profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Juan Carlos Espín apuntó ayer "un país no investiga porque es rico, sino que es rico porque investiga", un concepto que, como él mismo ha lamentado, no ha entendido ningún Gobierno de España.
El colapso al que hemos abocado la investigación tendrá funestas consecuencias en nuestro desarrollo futuro. Sin educación, sin investigación y sin gente válida que se está viendo obligada a viajar a otros países, las consecuencias de la fuga de cerebros serán mucho más problemáticas de lo que el ministro de Educación, José Ignacio Wert, considera con su teoría de los investigadores de “ida y vuelta”.
Y si, como el mismo Wert apunta, no es un problema de inversión sino de modelo, tendremos la que será la decimotercera reforma educativa desde 1970. Y sumando.
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