Tantos son los valiosos consejos que aporta desde la experiencia Ryszard Kapuściński (en adelante R.K.) a lo largo del libro Los cínicos no sirven para este oficio que he decidido incluir un nuevo post para terminar de exponer como se merecen las ideas de este amante del trabajo periodístico.
Tal y como él mismo señala, el profesional de la información debe estar dispuesto a aceptar el sacrificio y, lo que es más importante, debe ser consciente de la necesaria y constante profundización de nuestros conocimientos para desempeñar una labor justa y correcta.
R.K. considera que, para llegar a ser un buen periodista es imperativo no considerar a la profesión como un medio a través del que hacerse rico, porque el reconocimiento se consigue con paciencia y trabajo. Apunta a que es el público el que escoge, y no el director del medio, qué contenido tiene más o menos éxito entre los lectores. Es a ellos, por tanto, a quienes el periodista les debe su trabajo, a ellos y, por supuesto, a los protagonistas de cada historia. “La calidad asociada al nombre”, si eres bueno, te querrán.
Realiza una crítica al estado general que vive la información, convertida en negocio y dirigida y manipulada por directores ejecutivos que nada tienen que ver con el periodismo más allá de su afán por convertirlo en un lucroso negocio.
Hoy en día, el poder del periodismo y los medios de comunicación es sobradamente conocido. Por su carácter modificador de la opinión publica R.K. advierte que “para ejercer el periodismo hay que ser buenos seres humanos” ya que, si eres malo, no podrás comprender a los demás, no te ganarás su afecto y confianza y no compartirán contigo ningún tipo de información.
En la gran mayoría de las ocasiones el periodista se ve obligado a obtener una información relevante en un escaso periodo de tiempo y de parte de individuos a los que no conoce. Si no eres una buena persona, si tus intenciones no son claras y no te implicas con el hecho que estás investigando, el entrevistado no se sentirá cómodo y no compartirá información relevante contigo. Sin ayuda de otros no se puede escribir un buen reportaje. Aquí reside la importancia de ser una buena persona y creer en lo que haces, así como albergar el deseo de ayudar a quienes se sientan más vulnerables. La lengua no debe ser un impedimento para lograr este fin, por lo que conocer idiomas es un aspecto fundamental en todo buen periodista. El periodismo es en sí mismo una profesión de carácter intencional, que lucha por algo, que persigue un fin.
A pesar de los continuos cambios y reajustes de la profesión, los futuros profesionales de la información, tal y como apunta R.K., deben tener la capacidad de pensar a escala global.
Los seres humanos tenemos una memoria selectiva de la historia, por ello, su comprensión resulta si cabe más compleja, ya que has de buscar un gran número de fuentes para lograr hacerte con una idea lo más cercana y veraz posible.
Si bien es cierto que el periodismo es una profesión peligrosa, el mayor problema al que deberán enfrentarse los futuros periodistas es al del estrés de conseguir siempre la mejor información, de situarse siempre en el lugar de la noticia, de no tener horarios y trabajar cada uno de los días del año.
Por ello, los periodistas han de ser capaces de condensar toda esa basta cantidad de información y proporcionar al público la cantidad exacta para informarlo sin omitir datos relevantes pero, a la vez, omitiendo anécdotas sin importancia. Además, deberá hacer frente a distintos tipos de censura, tanto directa como indirecta.
Todo lo que no aparece en los medios y no se da a conocer a la opinión pública pasa a no existir, por ello es absolutamente primordial que el profesional de la información sepa seleccionar adecuadamente la agenda setting del medio. El problema de esto reside en la feroz competencia que existe entre medios, donde todos quieren ser los primeros en proporcionar una misma noticia, por lo que, al final, nos encontramos con un gran número de medios que tienen exactamente las mismas noticias, cuando se han omitido hechos relevantes de los que la opinión pública nunca tendrá conciencia.
La fotografía es también parte fundamental y activa de la información, donde la labor del fotógrafo debe ser la de transmitir las sensaciones a través de una imagen.
El narrador se convierte en el portador que traslada información. Sin embargo, como consumidores ante determinados contenidos visuales, R.K. señala que solo podemos ser terroristas o voyeurs.
Por último, cabe señalar la especial preocupación que demuestra R.K. ante lo que él considera como la abolición de la clase campesina, en un mundo tendente a lo urbano, donde cada vez se buscan menos recursos y donde hemos creado una fatal dependencia de las organizaciones humanitarias a pueblos cuya supervivencia antes se basaba en la búsqueda de recursos.
Ser cínico es, por tanto, tal y como señala R.K., incompatible con el desempeño de la profesión, a la que solo una buena persona, con principios e implicación, puede desarrollar la labor que el mundo necesita.
Estas dos entrevistas suponen una aspiración ética de lo que ha llegado a ser el periodismo, con notables notas de idealidad.
Ryszard Kapuściński falleció en 2007 en la ciudad de Varsovia.
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