Nos hemos convertido en sociedades consumistas, pero, ¿es todo cuanto queremos? Creo que a nadie le sorprende este vídeo creado por la estadounidense Annie Leonard y, sin embargo, las cosas siguen siendo igual año tras año. Más ahora, que con la crisis económica las empresas no pueden dedicar parte del capital a crear procesos productivos menos contaminantes. Preocuparse por el medio ambiente ya ni siquiera ha pasado a un segundo plano, sino que puede encontrarse ahora en el plano número 20 en orden de interés.
Todos somos conscientes de que nuestro planeta, cuyos recursos son finitos, no soportará durante mucho más tiempo este ritmo destructivo, pero es más fácil mirar para otro lado y pensar que los expertos pueden estar exagerando.
- ¡A mí no me va a tocar!, puede que a mis hijos… puede que a mis nietos… pero, ¡para eso todavía falta mucho!
Lo que es evidente es que las empresas no van a preocuparse mientras los clientes no les exijan tal preocupación y, para ello, habría que dejar de comprar los productos de aquellas empresas que contribuyen a la contaminación del medio ambiente. La teoría es buena, pero lo cierto es que no tenemos tanta elección. La realidad es que, donde vemos 200 posibles opciones diferentes, se tratan en realidad de productos creados por 4 o 5 empresas. Las grandes multinacionales han diversificado sus producciones y llenan nuestros supermercados de productos diferentes, pero el beneficio repercute en los mismos de siempre.
Sirva como ejemplo el siguiente diagrama creado por The Big Picture:
Probablemente una de las partes más decepcionantes del vídeo es aquella en la que se señala que las pequeñas aportaciones de ciudadanos individuales no están teniendo un resultado real. No por ello vamos a dejar de hacerlo, sería absurdo, al fin y al cabo es lo que debemos hacer. No defraudas a Hacienda porque ahora otros puedan hacerlo… Oh, wait!
Sin embargo, resulta cuanto menos desalentador comprobar que lo que tú separas minuciosamente en casa acaba siendo recogido por un mismo camión, todo volcado en un mismo recipiente o llevado a países del tercer mundo donde finalmente acaba abandonado. ¿Es esto una práctica general? Probablemente no, pero por pequeña que sea acaba con las buenas intenciones de mucha gente.
El constante consumismo no se debe tan solo al paso de las modas de unas temporadas a otras, sino a la propia obsolescencia de los productos. El famoso documental dirigido por Cosima Dannoritzer, Comprar, tirar, comprar, habla de la obsolescencia programada y muestra cómo los productos actuales se crean bajo la idea de que no tengan una vida útil demasiado larga, de forma que nunca dejemos de consumir.
- En 20 años el lavavajillas nunca ha dado un problema, la lavadora tiene 3 y ya se ha estropeado varias veces. Es algo que cualquiera puede certificar en sus propias casas.
La directora del conocido documental demuestra a lo largo del mismo cómo en 1924 los principales fabricantes de bombillas pactaron limitar su vida útil a 1000 horas, a pesar de que ya en 1911 se producían bombillas con una duración certificada de 2500 horas.
Y, hablando de bombillas, en Livermore, California, se encuentra la bombilla más antigua del mundo, luciendo desde 1901 sin aparente interrupción. Si alguien está ocioso puede observarse 24 horas al día en esta página. Dos Webcams han fallecido durante este tiempo, pero parece que la bombilla tiene todavía mucha vida
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