Todos hemos oido hablar del caso Watergate pero, ¿en qué consistió realmente? Pues bien, he aquí una explicación del que sería el escándalo político de mayor transcendencia en EE.UU.

El escándalo del Watergate comenzó con un extraño allanamiento de la sede del Comité Nacional del Partido Demócrata en el complejo de oficinas Watergate, en Washington, D.C. El nombre de este complejo de oficinas daría nombre a uno de los más sonados casos de espionaje en la historia de la democracia.

Corría el año 1972, en pleno proceso electoral para la elección de un nuevo presidente o la reelección del presidente Nixon.

En la madrugada del 17 de junio de ese mismo año Frank Wills, guardia de seguridad del Complejo Watergate, se percató de que alguien había entrado en el edificio violando los controles de entrada. Tras detectar a los intrusos Wills llamó a la policía y cinco hombres fueron arrestados dentro de la oficina del Comité Nacional del Partido Demócrata, sede del principal partido de la oposición.

Estos cinco eran miembros de una operación de la CIA llamada La Operación 40. James McCord, líder del grupo, era Director de seguridad del "Comité para la reelección de Nixon", un equipo de militantes del Partido Republicano creado por el propio Richard Nixon para apoyar su campaña reeleccionista en las presidenciales de 1972, además de ser empleado del FBI y de la CIA, donde era el encargado de la seguridad física del Cuartel General.

Comenzó entonces una investigación alrededor de los extraños hechos, y poco después se descubrió que los cinco asaltantes fueron contratados y pagados de manera secreta por Howard Hunt y Gordon Liddy, dos hombres de nuevo vinculados al "Comité para la  reelección del Presidente".


El 15 de septiembre de ese mismo año los siete sospechosos, es decir, los cinco asaltantes junto a Hunt y Liddy, fueron imputados por conspiración, robo y violación de las leyes federales sobre intervención de las comunicaciones, tras lo cual se abriría un proceso judicial que sería dirigido por el juez John J. Sirica.

Los acusados fueron juzgados y condenados en enero de 1973, aunque la investigación no se dio por terminada al haber indicios de la existencia de más culpables relacionados con el caso.


La relación de los sospechosos con el mundo de la política hizo temer a mucha gente, incluyendo el propio juez Sirica que llevaba el caso, que la conspiración alcanzaba a miembros de esferas más altas del gobierno.

Una carta del propio James McCord informaba al juez Sirica de que estaba siendo presionado para que se autodeclarase culpable y de que existía un sistema de grabación en la Casa Blanca cuyas conversaciones serían claves para el caso. Tras numerosas batallas legales, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos dictaminó de forma unánime que el presidente Nixon debía entregar las famosas cintas y él, viéndose sin otra salida, termino por ceder.

Con la seguridad de que dichas pruebas le inculparían y tras una acusación de parte de la Cámara de Representantes y de una condena en el Senado, Richard Nixon dimitió diez días más tarde, pasando a ser el único Presidente estadounidense que ha renunciado a su cargo. Su sucesor, Gerald Ford, hasta el momento vicepresidente del gobierno, le concedería a Nixon un controvertido indulto por cualquier delito federal que hubiera cometido durante su mandato.

Este caso es estudiado en las universidades de periodismo desde entonces, ya que supone el nacimiento del periodismo de investigación en su verdadera esencia. El juicio avanzaba gracias a las publicaciones de dos jóvenes periodistas, Bob Woodward y Carl Bernstein, en The Washington Post, que contaban con una fuente de información, William Mark Felt (Deep Throat), número dos del FBI por aquel entonces, y quien encarnó el nacimiento del concepto de fuente viva de información.
No podría recordar con exactitud el número de veces a lo largo de la carrera de periodismo que hemos discutido en clase si las asignaturas que tenemos son las más adecuadas para lograr hacer de nosotros grandes comunicadores, o si no grandes, al menos unos comprensibles. Personas capaces de comunicar un hecho de forma clara y precisa, de hacer de acontecimientos complejos explicaciones entendibles, o de transmitir ideas u opiniones de forma atrayente.

Porque es ahí donde está la clave, en conseguir que el lector no abandone tu artículo, noticia, crónica o cualquier texto que te hayas propuesto escribir. “Debe atraer al lector”, nos dijo una profesora, “debe conseguir que quiera saber más”.

Para mí la clave no está en tener un millón de asignaturas en las que memorizar las pautas a seguir, sino en empaparte de aquellos que ya saben hacerlo. Leer, leer y leer. Sin duda, siempre habrá a quien se le de mejor, pero si no lees será difícil mejorar. Tantas veces como hemos tenido esta conversación he escuchado también decir a unos y otros que no les gusta leer. ¿Cómo va a gustarte escribir si ni a ti mismo te gusta leer lo que otros escriben? Y no hablo de noticias o artículos de prensa, hablo de libros, de historias, de aventuras que te atrapen y sin darte cuenta hayas devorado sus páginas. Hablo de coherencia.
Estas Navidades ha llegado la explosión. Por fin ese anunciado momento que nos vienen publicitando navidad tras navidad en los últimos años ha llegado. Pero no se ha producido porque las editoriales españolas, las verdaderas número uno en el mercado de habla hispana, hayan tomado la decisión de apostar por las nuevas tecnologías, no. Se ha producido por la llegada “relativa” de Amazon a España. Y digo relativa porque  su almacén nacional aún no es funcional y nos sirven los productos desde Francia o Alemania.

Pero, en lo que a e-books se refiere, da igual. Lo que verdaderamente importa es el modelo de negocio. Un negocio en el que al usuario se le provee de un equipo que facilita el proceso y que tiene un coste ínfimo para cualquier lector, por poco asiduo que sea. Un negocio que, basado en la tienda de libros, facilita al usuario las compras e incluso se aprovecha del consumismo "compulsivo", todo ello a precios mucho más competitivos. 

Es cierto que, a estas alturas, el modelo tradicional sigue siendo la tarta casi completa, pues la venta de e-books no representa aún niveles importantes, pero lo que importa es la tendencia, y lo que no nos podemos permitir es llegar tarde.

Quizá por no mermar unos ingresos seguros en el corto plazo, se ha puesto en peligro la continuidad de unas grandes empresas que hasta ahora eran referencia en el mundo hispano hablante.

Los lectores asiduos, los que compran varios ejemplares al mes, hace tiempo que habían descubierto las ventajas del libro electrónico, pero las editoriales no les escuchaban, era más importante mantener el negocio que satisfacer a la clientela y, ahora, los clientes y los autores quizá tienen otras referencias que harán más difícil mantener el negocio.

Fotoperiodismo

Simplemente... fotoperiodismo.



Si te ha interesado deberías echarle un vistado a este magnífico post de @kurioso.
¿Qué relación existe entre La verdad sobre el Caso Savolta  y el periodismo?

La relación existente entre el largometraje y el periodismo es fácilmente apreciable. Su protagonista, soberbiamente interpretado por José Luis LópezVázquez, ha pasado a formar parte de la lista de entrañables personajes de ficción que representan los deseos de un pueblo ávido de cambios.

Domingo Pajarito de Soto es un periodista independiente, pobre en recursos económicos pero rebosante de ideales. Comenzará una investigación a raíz de la muerte de un trabajador de la empresa de la familia Savolta y acabará descubriendo toda una trama de contrabando de armas. Su investigación representa la lucha individual de profesionales comprometidos contra grandes entramados empresariales, donde la moral será su único acicate.

Deberá hacer frente a presiones y sobornos para que la información que consigue ir recopilando no salga a la luz, pero Eduardo Mendoza ha creado un personaje de fuertes convicciones que acabarán costándole la confianza y el respeto de aquellos a quienes pretende defender.

Solo y vencido nunca dejará de creer en el cambio y en la existencia de personas que, como él, luchen por descubrir la verdad por encima de las recompensas monetarias. 


¿En qué medida esta película nos ilustra el conflicto social imperante por el que atravesaba España?

La película muestra sin tapujos el conflicto social en el que se encontraba sumida España durante los primeros años del siglo XX.

El transcurrir de la vida de hace cien años aparece fielmente reflejado en el largometraje, donde el conflicto social imperante propicia el surgimiento de una forma alternativa al periodismo oficial. Se trata del periodismo clandestino que intenta abrirse paso en una España invertebrada.

Domingo Pajarito de Soto (como principal exponente del movimiento en la obra) realiza este último tipo de periodismo, obligado a permanecer en la sombra mientras no se ajuste a lo que la burguesía desea mostrar en los medios.

En definitiva, la obra realiza un repaso por la historia de España, del cine español y de la literatura de nuestro país, mostrando la constitución del periodismo como el cuarto poder en España (junto al legislativo, ejecutivo y judicial).

Se sitúa al periodismo como forma de articulación social frente a la corrupción política y empresarial en unos años convulsos que acabarían desembocando en una terrible guerra civil y una dictadura, donde los derechos fueron recortados aún más.

Este desarrollo culmina con la transición hacia un proceso democrático y la llegada de un estado de libertad donde los profesionales pueden finalmente ejercer su profesión lejos de las presiones a las que se habían visto sometidos en años anteriores. Desgraciadamente surgirán otras, pero esa es ya otra historia.
Una asamblea de trabajadores, indignados por la reciente muerte de uno de sus compañeros, da comienzo a una magnífica adaptación cinematográfica. Su director, Antonio Drove, nacido en 1942, abandonó los estudios de Ingeniería Industrial para dedicarse de lleno a su verdadera pasión, el cine. Admirador de John Ford y Nicholas Ray, formó parte de la Escuela de Argüelles, escribió en el periódico El Mundo y rodó un documental sobre Luis Buñuel, otro de los grandes del cine.

Aprendió de Luis García Berlanga el arte de la narración cinematográfica y estuvo siempre comprometido con las necesidades sociales de la época, luchando contra la censura imperante ya desde que publicara su trabajo de prácticas en la Escuela Oficial de Cine, La caza de brujas, en 1967, que le valdría el reconocimiento entre los miembros de su generación.

La verdad sobre el casoSavolta, adaptación de la obra del mismo nombre del escritor español Eduardo Mendoza, se desarrolla en una Barcelona de principios del siglo XX donde la ética de los negocios rivaliza con la obtención de jugosos beneficios. La inestabilidad existente en materia política y laboral permanece reflejada magistralmente, mientras la violenta muerte de un obrero desencadena una investigación periodística (a pequeña escala) que acabará revelando el lucro empresarial por la venta de armamento a países que se encontraban participando en la Primera Guerra Mundial.

Intrigas empresariales y alianzas matrimoniales envuelven el reflejo de una sociedad obrera que empezaba a despertar pero era aplacada brutalmente con asesinatos constantes a líderes sindicales.

La obra supone una crítica feroz a la sociedad de la época y las enormes diferencias existentes entre la clase burguesa y la clase obrera. Los personajes encarnan perfiles de todo tipo donde comprometidos y sumisos se dan la mano en una historia que pretende mostrar la dignidad del pueblo español, lejos de tópicos y censuras. 


Hoy en día estamos hartos de oír hablar de la crisis, de cómo y por qué estamos en una situación económica tan crítica como en la que nos encontramos, de quiénes son o no son los responsables de tamaña recesión económica, de si se pudo (que se pudo) o no evitarla y de tantas otras cosas que aparecen cada día en nuevos documentales, películas o libros.

Otro de los temas estrella es el cambio climático, sí, ese cambio al que muchos abuelitos hacen referencia cuando dicen… “si esto ni es invierno ni es ná, cuando yo era joven los inviernos lo eran de verdad”. Y cierto es que estamos viviendo un invierno demasiado suave, pero el frío llegará, y cuando lo haga echaremos de menos estos inviernos “de mentira”.

Pues bien, ¿y si os dijera que entre estos dos aparentemente distantes temas hay quien ha encontrado una clara conexión? Una argumentación que afirma que no es casual encontrarnos en una situación crítica tanto a nivel económico como a nivel medioambiental.

Este es el caso del libro de Thomas Friedman, “Caliente, plana y abarrotada”, publicado por la editorial Planeta. A lo largo de sus páginas el autor de “La tierra es plana” justifica por qué considera que vivimos en un mundo caliente, plano y abarrotado, haciendo referencia a la globalización, el cambio climático y el creciente aumento de la población mundial.

Las numerosas anécdotas y el lenguaje desenfadado hacen de este libro un buen ejemplar para comprender temas actuales y descubrir nuevas perspectivas.
El Museo de la Ciudad rinde homenaje a la mítica revista de humor gráfico La Codorniz con motivo de su 70 aniversario, y lo hace con una exposición que recoge más de 300 ejemplares de revistas y tiras cómicas, alguno de ellos inéditos.

Esta exposición nos acerca a uno de los referentes más importantes durante el franquismo en lo que al humor gráfico se refiere, pues ha sido, sin duda, el semanario de humor de más fama y repercusión del siglo XX. Una publicación que serpenteó la censura para ejercer de pulmón de humor durante los 37 años en los que fue editada.

Esta revista de humor gráfico y literario referente de la dictadura, fue publicada por primera vez  el 8 de junio de 1941, fundada por Miguel Mihura, aunque sería su sucesor, el escritor Álvaro de Laiglesia en 1944 quien le daría el toque personal que caracterizaría la publicación a lo largo de los años.

Mihura ejerció una severidad electiva en lo que se refiere a los colaboradores de la revista, rechazando nombres como Camilo José Cela, que fue dado de baja entre los colaboradores por divergencias en la forma de interpretar el humor, o el de Francisco Umbral.

La Codorniz, que había tenido tiradas de 35.000 ejemplares con Mihura, se estabilizó en los 80.000 semanales, mientras que las tiradas mensuales llegaron a superar los 250.000 ejemplares vendidos. En sus páginas se continuaba el humor vanguardista ya expresado tres años antes en La Ametralladora, otra publicación de la época, por su director y principales colaboradores.

Su humor innovador, surrealista, absurdo y desconcertante provocó irritación y entusiasmo por partes iguales, lo que convertiría a la revista en una de las más longevas publicaciones de humor, y serviría más tarde de inspiración a revistas como El Papus, Hermano Lobo, Por Favor o El Jueves.

Aunque en un principio fue editada con un formato de 26x35 cm, con 24 páginas impresas la mitad a dos colores, y al precio de venta de 50 céntimos, sería Laiglesia quien aumentaría tres años más tarde el tamaño de la revista, que pasó a ser de 28x38 cm.

La publicación cuenta entre sus números con ilustres colaboraciones, como la de Mingote, Chumy Chúmez, Máximo, Gila, Serafín, Oscar Pin (pseudónimo de Fernando Perdiguero Pérez), Perich, Ops (posteriormente conocido como El Roto), Forges, Julio Cebrián, Alfonso Sánchez Martínez, Rafael Azcona, Conchita Montes (quien creó el pasatiempo El Damero Maldito) o Julio Penedo (Jupe).

Sus problemas con la censura le supusieron en numerosas ocasiones multas o apercibimientos, pero los castigos más severos serían las suspensiones temporales en 1973 y seguidamente en 1975. Además de Mihura (1941-1944), y Laiglesia (1944-1977), la publicación también fue dirigida por Manuel Summers (1977-1978) y Cándido (1978).

La publicación contaba también con un himno, creado por Antonio Lara de Gavilán, aunque era poco conocido. Se trataba de un vals de ritmo caricaturesco, cuya letra pretendía también hacer reír a aquel que la escuchase.
Con el tiempo el humor inteligente dejó paso a una fórmula radicalmente distinta, a base de destape y descaro que nada tenía que ver con lo que antaño había sido la publicación. 

Los lectores le volvieron la espalda, de modo que la revista interrumpió su salida el 29 de enero de 1978. Volvería a los kioscos el 19 de marzo de ese mismo año, pero esta vez bajo el formato de un periódico, tratando de parecerse al célebre Canard enchainé  francés. Sin embargo, ante las escasas ventas, dejó de publicarse el 11 de diciembre de 1978. En total editaría 1898 números. 

Los críticos del momento consideraron a la desaparición de la revista como una consecuencia de su falta de adaptación al cambio de la sociedad de su tiempo, sin embargo, muchos otros consideraron que su declive se debió a la falta de severidad de los últimos directores, que abrieron las puertas a nuevas interpretaciones individualizadas.

Doce años después de su cierre, en 1990, surge La Golondriz, en la que un reducido grupo de antiguos colaboradores recuperan el espíritu de la revista. 

Inicialmente se distribuía en el Noroeste de Madrid financiada con publicidad municipal. Más tarde pasó a distribuirse como suplemento gratuito con carácter mensual en los diarios Diario 16 y Ya. El nacimiento de La Golondriz supondrá la vuelta de algunas de sus más célebres secciones de los 60, como Crítica de la Vida, Cárcel y Comisaría de Papel, Politicomics, Crítica Literaria y de televisión y Página de Terror.  Actualmente puede leerse en versión digital en el portal El Can, con carácter quincenal.
Se considera al Acta Diurna, con sus más de 2138 años de antigüedad, el primer periódico de la historia de la humanidad. Durante su realización, la población era en su mayoría analfabeta, por lo que solía ser leído en voz alta por aquellos que sí sabían a aquellos que no. Se caracterizaba pues por ser tanto un periódico escrito como oral, publicado en el Foro Romano de forma diaria y en él se recogían las noticias del imperio romano. Las publicaciones que recogía atendían, ya desde entonces, a los intereses políticos de sus editores. 


Se trataba de una forma de vertebrar un grupo socialmente. El periodismo, tal y como lo conocemos actualmente, no surgirá hasta el siglo XIX. No obstante, ya antes existen formas periodísticas que los historiadores han aceptado como los antecedentes del periodismo. Es, por tanto, una convención el primer periódico que señala la historia del periodismo, de carácter político.

Fue Julio Cesar, en el año 59 a.C., quien decidió que se publicara dicho texto con carácter periódico, proporcionando así información de lo ocurrido en el imperio romano. Podríamos decir que Julio Cesar fue el primer “editor” de la historia. 

Consistía en una lista que contenía breves descripciones sobre las acciones llevadas a cabo por el Gobierno en Roma, así como una relación sobre las obligaciones cotidianas y aconteceres diarios del imperio. A pesar de tratarse en un inicio de una hoja meramente informativa y política, más tarde se incluirían otras noticias de “interés general”, incluyendo informaciones como el anuncio de casamientos, nacimientos, fallecimientos importantes, notas legales, e incluso algún aviso publicitario (como la venta de un gran lote de esclavos). Dichas actas, para evitar alteraciones o falsificaciones, se realizaban en piedra o metal y se les incluía la talla del sello oficial del Gobierno.

Para su apropiada distribución se situaban en distintos lugares de acceso público del Foro Romano, que constituía el centro neurálgico de Roma y el lugar por el que pasaban decenas de miles de personas al día. Para evitar daños en las mismas el Acta Diurna era custodiada por legionarios. 

Desafortunadamente ningún acta ha sobrevivido hasta nuestros días, pero conservamos varias copias en papiro realizadas por escribas que se encargaban de llevar las noticias a las distintas provincias de la enorme Roma.
Ya está aquí. Un nuevo libro de Carlos Ruiz Zafón ha llegado a nuestras librerías este jueves, y pretende seguir haciéndonos soñar con esta historia. Será la tercera novela de la serie que dio comienzo con “La Sombra del Viento”, allá por el año 1964 y que, aunque no ganó el Premio Fernando Lara al que su autor lo presentaba, sí acaparó la atención de Terenci Moix, miembro del jurado, quien le recomendaría al autor efusivamente su publicación.

Actualmente, se han vendido más de 10 millones de ejemplares y sigue cautivando día tras día a nuevos lectores que descubren en Daniel Sempere un entrañable compañero con el que vivir inimaginables aventuras.

Pero, aunque la historia es realmente entretenida, probablemente lo que más me cautivó cuando hace años la primera parte de esta serie de tres libros cayó en mis manos fue sin duda la cuidada narrativa y el rico léxico que caracteriza a este escritor. Cada frase parece estar minuciosamente escogida para envolverte en un aire de misterio, fragilidad y miedo. La mente se traslada a una Barcelona en blanco y negro en los años en que da comienzo la Segunda Guerra Mundial y una necesidad de seguir leyendo te invade desde la primera página.

Lo mismo me pasó con su segunda parte, “El Juego del Ángel”, aunque si tuviese que escoger entre las dos seguiría quedándome con la primera, aquella que me permitió descubrir a este autor.

Ahora, una tercera parte nos espera, con nuevos misterios entre una nebulosa que delicadamente se irá retirando conforme avancemos en sus páginas.




El error Berenguer

Su autor, José Ortega y Gasset, nacido en Madrid en 1883, fue un filósofo y ensayista español perteneciente al movimiento del Novecentismo. Nacido en el seno de una familia de la alta burguesía vinculada con el periodismo (su abuelo había fundado el periódico El Imparcial y su padre pasaría a dirigirlo años más tarde) se educó en un ambiente culto vinculado al mundo del periodismo y la política. Finalizará sus estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid, a pesar de haberlos comenzado en la Universidad de Deusto, Bilbao. 

Doctor en filosofía, viajará por toda Europa e irá absorbiendo las distintas corrientes culturales. Colaborador del diario El Sol desde 1917 será allí donde publica, en forma de folletones, sus dos obras más importantes, España invertebrada y La rebelión de las masas. Años más tarde, en 1923 fundará la Revista de Occidente, de la que será su director hasta el comienzo de la contienda bélica española, momento tras el que se exiliará y acabará fijando su residencia en Lisboa, tras el paso por París, Países Bajos y Argentina. Aunque a partir de 1945 su presencia en España fue constante será en Alemania donde obtenga el reconocimiento que merecía. 

En su artículo, El error Berenguer, publicado el 15 de noviembre de 1930 en la primera página del diario El Sol, a dos columnas, critica la llegada al poder de Dámaso Berenguer, tras la dimisión de Miguel Primo de Rivera. Berenguer establecería la conocida como “dictablanda” y Ortega y Gasset, en el texto que nos ocupa, acusa a la monarquía de despreciar al pueblo y no considerar su deseo de establecer otro tipo de régimen. Al no oponerse el Rey a los nombramientos que siguieron a la dimisión de Primo de Rivera, se entendió que la monarquía secundaba la dictadura y este sería su fin. Alfonso XIII acabaría teniendo que exiliarse y en España se proclamaría la II República. 

Mediante un estilo literario ágil pero severo, el filósofo insta al pueblo español a reconstruir el Estado sobre nuevas bases democráticas, con su ya histórica frase: “¡Españoles, vuestro estado no existe! ¡Reconstruidlo! Delenda est Monarchia”.

Casasús afirma en su libro que ha sido José Ortega y Gasset el más célebre de los periodistas españoles del siglo XX. 

Retirarse a tiempo. No al general De Gaulle

Rafael Calvo Serer, intelectual y escritor español es nuestro último autor en este análisis de los textos más importantes del periodismo. Se trata del primer catedrático de Historia de la Filosofía española y Filosofía de la Historia de España. Nacido en Valencia en 1916 tuvo una vida siempre muy cercana al periodismo. 

Miembro del Opus Dei contrario a la dictadura franquista, se incorpora en el año 1966 al diario Madrid donde publicará el artículo objeto de estudio Retirarse atiempo. No al general De Gaulle. Publicado en el año 1968 y en tercera página consigue burlar la censura, que más tarde acabará con el diario, y realiza una crítica a Franco comparando la dictadura existente con el gobierno del general francés De Gaulle, presidente de la República Francesa, sin llegar a nombrar al primero a lo largo de todo el artículo. 

Tras la publicación del artículo, el final del diario Madrid no tardaría en llegar. Sin embargo, su posterior exilio en 1971, que terminaría 5 años después, se debió a la publicación en el periódico francés Le Monde de un artículo suyo bajo el nombre Moi, aussi j'accuse, en clara referencia al artículo de Émile Zola publicado en 1898, analizado anteriormente en este mismo trabajo. 

Se honró su labor poniéndole su nombre, durante los diez primeros años, al Premio de Periodismo Diario Madrid, antiguamente conocido como Calvo Serer.
J'accuse ... !

Su autor, Émile Zola fue un escritor francés, considerado como el padre y mayor representante de la corriente literaria conocida como Naturalismo. Nacido en París en 1840, de padre italiano y madre francesa, empezó a trabajar muy joven como dependiente de una librería, tras haber suspendido en dos ocasiones el examen de bachillerato. Sus primeras obras publicadas serían un conjunto de relatos titulados Cuentos a Ninon en 1864. Sus amistades del mundo intelectual y su prolífica obra le configuraron una imagen de hombre ilustrado de letras, inicialmente seguidor del movimiento del romanticismo. Tras sus novelas y obras teatrales comenzó a publicar ensayos, de entre los cuales el más importante será el que analice a continuación, que le costaría su exilio. 

En el ensayo J'accuse... !, publicado originalmente en el periódico L'Aurore en 1898, su autor defendía ferozmente la inocencia del capitán de origen judío Alfred Dreyfus, acusado de alta traición a la patria, concretamente de espionaje, por militares antisemitas. 

El ensayo es, en realidad, una carta abierta dirigida a M. Félix Faure, presidente de la República, en la que Zola da comienzo a una de las campañas de defensa más célebres de todos los tiempos. El caso Dreyfus obligó al capitán a recluirse en la isla del Diablo y solo años más tarde, concretamente en 1906, será reincorporado con todos los honores.

Clemenceau, íntimo amigo de la infancia de Zola, director por aquel entonces del periódico parisino L'Aurore, publicó en primera página J'accuse...! El diario vendió aquel 13 de enero más de 300.000 ejemplares, propiciado por el estilo directo y mordaz de Zola.

Este ensayo no solo supuso un giro en la obra que hasta ese momento había desarrollado el escritor francés, sino también un brusco cambio en su propia vida e incluso en la posterior historia occidental.

Este mismo título sería utilizado muchos años más tarde por Pablo Neruda en su discurso tras la aprobación en Chile de la conocida como Ley Maldita



A lo largo de los años se han escrito textos que han sido en sí mismos piezas indispensables de la memoria. Pedazos de historia, de pensamiento y buen hacer, que escritores y periodistas cuyo nivel profesional está solo al alcance de unos pocos genios de la pluma han dejado como legado para la historia del periodismo.

Textos que influyeron en la marcha de su tiempo, reivindicaciones, reclamos, críticas soberbias, narraciones magistrales que perdurarán para siempre impresos con la mejor tinta imborrable, la de la memoria.

Josep María Casasús recopiló en un libro publicado en 1994 bajo el nombre de Artículos que dejaron huella 18 textos magistrales (entre los que también se incluye algún reportaje y una entrevista) que obtuvieron el reconocimiento de crítica y público en el momento de su publicación. Este libro se ha convertido hoy en día en bibliografía indispensable para cualquier facultad de periodismo por su gran utilidad y mejor prosa.

De entre los 18 textos seleccionados por Josep María Casasús, cuatro son los artículos que considero imprescindibles, tanto por su contenido como por los autores de los mismos, así como por la impresión que causaron en el momento de su publicación. 

Estos cuatro textos irreemplazables son, Vuelva usted mañana de Larra, J'accuse ... ! de Zola, El error Berenguer de Ortega y Gasset, y el más contemporáneo de todos, Retirarse a tiempo. No al general De Gaulle, de Calvo Serer.

Durante estos días, las reflexiones sobre estos textos llenarán el blog con pequeños pedazos de historia que los genios de la pluma dejaron para nuestro deleite.

Y, sin más dilación... empecemos con Larra.

Vuelva usted mañana

Su autor, Mariano José de Larra, periodista, político y escritor, nacido en Madrid en 1809 se vio obligado a exiliarse junto a su familia durante 9 años. A su vuelta, finalizaría sus estudios para comenzar a dedicarse al periodismo a la edad de 19 años. Casado a los 20 se suicidaría antes de cumplir la treintena, pero tendría una juventud prolífica. En apenas ocho años escribió más de 200 artículos, uno de los cuales analizaremos a continuación, dejándonos magníficas reflexiones y críticas. Sería el principal exponente de una necesidad de aperturismo de la sociedad española de la época, un luchador ideológico cuyo nombre perdurará para siempre en la historia como uno de los más grandes periodistas de todos los tiempos. 

En su artículo Vuelva usted mañana, escrito en el año 1833 bajo el pseudónimo de “El pobrecito hablador”, uno de los utilizados por Larra junto con otros como “Fígaro”, “Duende” o “Bachiller”, Larra realiza una severa crítica social sobre el pecado capital de la pereza, como algo propio de sus compatriotas españoles, señalando la constante resignación a la que deben acogerse los ciudadanos al lidiar con la Administración pública y sus constantes abusos.

En una combinación de sátira, humor, ingenio y excelente retórica plantea la mala imagen que estas actitudes transmiten a los visitantes extranjeros y el perjuicio que estas acciones tienen para la buena impresión del país. Es este quizás el artículo periodístico más popular de cuantos han sido publicados en lengua castellana.
Términos como “Trending Topic”, “Hashtag”, “Retweet” o “Unfollow” parecen hoy parte de nuestro vocabulario, como si siempre hubiesen estado ahí. Damos por hecho que todo el mundo sabe a qué nos estamos refiriendo cuando comentamos el “Trending Topic” de ayer o de hace una hora. Nada más lejos de la realidad. Tan evidente como que no todo individuo sobre la faz de la tierra tiene una cuenta de Twitter, es el hecho de que no todo individuo es conocedor del significado de estos nuevos términos que han irrumpido con fuerza durante los últimos años. 



El debate político del pasado lunes nos ha dejado algunas pruebas que parecen revelar que ni siquiera el hecho de contar con una cuenta en Twitter te hace conocedor del correcto significado de estos términos y lo que ellos implican.

Tras el debate llegaron los ridículos análisis de unos y otros, explicando quién había ganado y qué lo hacía merecedor de tal resultado. Llamó mi atención especialmente una de las explicaciones que hacía referencia a esta red social en particular.

Un político afirmó que un “Trending Topic” es mejor que una encuesta, porque no tiene “muestras”. Partiendo de la base de que el término “Trending Topic” hace referencia a un tema que en un determinado momento es tratado por un gran número de personas de forma simultánea en sus cuentas de Twitter, esta afirmación llevaría implícita otra: Todo español (en este caso particular) es propietario de una cuenta en la citada red social. Solo en ese caso la afirmación sería cierta, pues que no exista una muestra quiere decir que se analiza al conjunto de la población.

O bien el desconocimiento propio o el afán por aprovecharse del desconocimiento ajeno lleva a algunos de nuestros políticos a realizar afirmaciones falsas que gran parte de la población no puede rebatir, por desconocer a qué se está haciendo referencia.

Otra de las perlas sobre Twitter se refería al número de menciones que uno y otro habían acumulado durante el debate y los momentos previos al mismo. Concretamente se afirmaba que el político que más menciones había acumulado era, por tanto, el que se había proclamado ganador del debate. De nuevo el desconocimiento puede hacer pensar que una mención puede ser indicador de algo concreto, sin embargo, cualquier usuario de Twitter puede mencionar a otro con independencia de si dicha mención incluye un contenido positivo o negativo sobre la persona mencionada.

En definitiva, tan malo es hablar de lo que no se sabe como intentar “colársela” a aquellos que por desconocimiento no pueden rebatir lo dicho.
Una de las noticias más comentadas durante los últimos días ha sido la impresionante demostración de levitación cuántica que la Asociación de Centros de Ciencia y Tecnología muestra en un vídeo que ya ha logrado en youtube más de seis millones de reproducciones.


La demostración, realizada por expertos de la Universidad de Tel-Aviv muestra cómo campos magnéticos atrapan de forma rígida materiales superconductores, de forma que mantienen, sin fricción, la distancia con el cuerpo que genera el campo. Lo más curioso del vídeo es probablemente observar cómo el objeto sigue conservando la posición concreta en la que se le sitúe.

Esta y otras demostraciones tuvieron lugar en la conferencia anual de la ASTC, celebrada del 15 al 18 de octubre en el Centro de Ciencia Maryland en Baltimore, Estados Unidos. 





La notoriedad con la que cuenta la película Citizen Kane se debe no sólo al nombre del director, Orson Welles, quien ejerce también como actor protagonista de su propia cinta, y cuyo talento ya había sido probado mucho antes del estreno de la película que más tarde se convertiría en una de las mejores películas del cine de todos los tiempos, considerada como una obra maestra del séptimo arte, sino a la historia que se narraba en sus fotogramas, historia en la que podían adivinarse muchos rasgos similares con la vida del editor y empresario de la época W.R. Hearst.

Orson Welles niega que el personaje de Kane esté basado en Hearst. Sin embargo, Hearst se sintió tan aludido por la película que prohibió su proyección en todas las salas de exhibición de su propiedad, que rondaban en torno al 80% de las salas de exhibiciones. Esto provocaría que fuese un fracaso en su estreno, pero la crítica la aclamó como una de las mejores películas del cine. 

Las consecuencias ante las muchas similitudes entre estas dos vidas no se hicieron esperar y, aunque el magnate de la prensa amarilla no pudo evitar que la cinta se proyectara en los cines y lograra un éxito considerable, sí marcaría para siempre la carrera profesional del hasta entonces genio Orson Welles. 

W.R. Hearst no estuvo de acuerdo con la forma en que el recién llegado a Hollywood representaba su vida, atreviéndose a ventilar los aspectos más inapropiados de su vida privada, como fue el caso de la representación sin ningún reparo que hacía de su amante, Marion Davies.

Utilizaría todo el poder que los medios le otorgaban para descargar contra él una feroz campaña que marcaría para siempre el destino profesional del director. Desde aquel momento Orson Welles nunca volvió a desarrollar su trabajo y a llevar al cine sus ideas con la misma libertad con que lo había hecho hasta el momento. 

Otro de los grandes guiños al magnate es la imagen en la que se muestra la silueta lejana y brumosa del castillo inacabado de Xanadú que Kane manda construir en lo alto de una colina. Esta parece una referencia clara al castillo de similares características que poseía Hearst en la costa oeste de Estados Unidos, el San Simeone, que hoy en día puede visitarse.

Cuando Orson Welles le pone nombre a la gran mansión de Citizen Kane la llamará Xanadú. El nombre no es azaroso, pues es este un palacio mítico soñado por el emperador oriental Kublai Khan, que mandará levantar describiéndoles a sus arquitectos cómo desea que se construya el palacio. Estos comenzarán a construirlo, pero el emperador morirá antes de verlo terminado. Posteriormente, Coleridge, uno de los poetas más reconocidos dentro de la literatura británica, será interrumpido en su escritura de un poema sobre el bello palacio de Xanadú y tras dicha interrupción no será capaz de finalizar el poema, quedando para siempre inacabado como el propio palacio. 

Se cree, sin embargo, que el personaje de Kane no se basaba únicamente en la figura del magnate de la prensa amarilla W.R. Hearst, con su extendido imperio periodístico, sus numerosas y conocidas extravagancias, la explotación del sensacionalismo en sus medios, las ambiciones políticas, el tráfico de influencias e incluso la aspiración por convertir a su segunda mujer en una estrella. El personaje reunía también características propias de la personalidad de aquel que le dio forma, el director, el propio Orson Welles. Ambos eran infinitamente talentosos, pero también pecaban de arrogantes y destructivos.

En definitiva, queda probada la relación del magnate con la película Citizen Kane, y aunque esta relación no fue deseada por el propio Hearst, que realizó numerosos esfuerzos para desprestigiar el nombre de Welles e intentar que el estreno de la película no se llevase a cabo, ambos nombres, tanto el de W.R. Hearst como el de Orson Welles quedarán ligados e inseparablemente asociados a Citizen Kane  en la memoria de la gente.
Completando la información sobre el nacimiento del periodismo sensacionalista, veamos ahora un un ejemplo actual. La prensa sensacionalista no ha dejado de existir, y lo que es más, se ha convertido en parte de nuestro día a día, tan intrínsecamente entrelazada con nuestras vidas que muchos ciudadanos pueden haber perdido la noción de lo que es el periodismo veraz y contrastado, dejando paso a aquel basado en rumores, especulaciones y datos no verificados. Vender se ha convertido en el objetivo número uno de muchas de las publicaciones con las que contamos hoy en día. Afortunadamente no es este el caso de todas las publicaciones, pero no es extraño encontrar titulares sensacionalistas que llaman a la población con relatos llenos de escabrosos detalles.

El medio audiovisual es probablemente el medio que más haya continuado con la herencia de J. Pulitzer y W.R. Hearst, los dos escritores estadounidenses a los que hice referencia la semana pasada, ofreciendo al público historias sobrecogedoras y detalles innecesarios. Se ha producido una sobredimensión de la forma en que se nos presenta la información, con el objetivo de generar un fuerte impacto en el público.

Como ejemplo de este tipo de prensa en la actualidad encontramos el caso de News of the World, conocido periódico del Reino Unido que ha protagonizado uno de los mayores escándalos de la prensa sensacionalista de los últimos tiempos.

Para ponernos en situación es importante conocer que News of the World forma parte de News Corporation, empresa de medios de comunicación creada en 1980 y de origen estadounidense por Rupert Murdoch. Rupert Murdoch aterrizó en la prensa británica tras la compra de la cabecera de The Sun (que poco tiempo después se convertiría en el tabloide con mayores ventas del país) y el dominical News of the World, en 1969.  Este periódico realizó prácticas ilegales para obtener información de personajes públicos y famosos, llegando incluso a pinchar los teléfonos del príncipe Guillermo, de los familiares de las víctimas del atentado que tuvo lugar el 7 de julio en Londres o del propio George Osborne, ministro de Finanzas. Sin embargo, el escándalo estallará finalmente a causa de la desaparición de una niña de 13 años, Milly Dowler, que desapareció en el año 2002 y no fue encontrada hasta 6 meses después, desgraciadamente ya sin vida. El escándalo se debió a que el periódico había realizado de nuevo escuchas, pero esta vez las escuchas se realizaron en el móvil de la pequeña desaparecida. 

El investigador que había sido contratado por el periódico no se había limitado únicamente a escuchar los mensajes del buzón de voz de la niña, sino que había borrado algunos dejando así espacio para que entrasen nuevos mensajes. Estos cambios en el buzón del móvil de la pequeña Milly no sólo entorpecieron y dieron pistas falsas a la policía en la resolución del caso, sino que supusieron unas falsas esperanzas para la familia de la niña, que al conocer que el móvil registraba una cierta actividad creyeron que Milly seguía con vida. Como el caso de Milly también se dieron otros de escuchas efectuadas sobre móviles de adolescentes asesinadas, así como de parientes de militares. 

Este escándalo no sólo ha conmocionado a la sociedad británica, sino a la sociedad en general, y ha hecho cuestionarse cuáles son los límites del periodista y por qué es necesario ofrecer unos contenidos de este tipo para lograr que la información sea consumida. Rupert Murdoch condenó en el juicio por esta causa las prácticas llevadas a cabo por su periódico y dijo que él no era conocedor de los métodos que utilizaban los redactores para hacerse con la información.
Para estrenar este blog voy a comenzar hablando de la prensa amarilla, por si se hace  referencia a ella en futuros post, no viene mal saber de qué estamos hablando concretamente.

Pues bien, la prensa amarilla o prensa amarillista, es el tipo de prensa sensacionalista que hace uso de titulares incendiarios sin neutralidad o rigor periodístico, mediante la utilización de catástrofes y numerosas fotografías con información detallada acerca de sucesos tales como accidentes, crímenes, adulterios, tinglados políticos, etc. El objetivo de este tipo de prensa es vender el mayor número de ejemplares sin atender a la veracidad u objetividad de los datos expuestos. En los países de habla inglesa se denomina “tabloide”, por su menor tamaño en comparación con el periódico convencional de noticias.

Este tipo de prensa nació alrededor del año 1896 de la mano de dos magnates de prensa rivales, William Randolph HearstJoseph Pulitzer (con cuya fortuna fueron creados los Premios Pulitzer). La lucha entre estos dos magnates se disputó en Nueva York, donde Hearst era propietario del periódico New Yourk Morning Journal y Pulitzer de The World, además de ser dueños de otras muchas publicaciones fuera de Nueva York.

Muchos los aspectos formales y de contenido de este tipo de periodismo han sobrevivido hasta los medios impresos de la actualidad.

A principios de 1897, el periódico New York Press acuñó el término "periodismo amarillo" para describir el trabajo de estos dos periódicos. A ello contribuyó el éxito del personaje de una historieta llamada The Yellow Kid que nació en The World, pero se publicaría en ambos periódicos, ya que el dibujante de este niño con camiseta amarilla trabajaba para los dos diarios alternativamente.

The Yellow Kid
Las palabras del personaje aparecían impresas sobre su camiseta amarilla. El uso de esa tinta fue una innovación tecnológica, y de esta manera al atractivo de la tira se le sumó el color.

El término “periodismo amarillo” es, por tanto, algo relativamente casual, aunque sin duda bien elegido, ya que el término “yellow” también puede traducirse como cobarde o cruel.