Hoy se ha emitido un nuevo capítulo de Salvados que, como ya nos tiene acostumbrados, ha estado repleto de dosis de humor y realidad. A pesar de todo ello imagino que a nadie ha podido sorprender lo que en él se ha planteado, aunque a veces necesitamos que la televisión nos muestre en imágenes lo que muchos llevan ya tiempo advirtiendo.

La situación es desoladora. Con un recorte del 25% en investigación la ciencia ha quedado aparcada, olvidada. Sus resultados a largo plazo no convencen en una sociedad en la que durante años y, “gracias” a la burbuja inmobiliaria, los grandes beneficios se cosechaban por doquier en cortos periodos de tiempo.

Invertir en investigación para que reporte beneficios en plazos de 5, 10 o más años supone una espera demasiado larga en esta era de inmediatez. Incluso ahora, cuando todo aquello que habíamos construido con los materiales equivocados ha acabado por derrumbarse, no somos capaces de dibujar un nuevo plano, cuyos cimientos nos permitan crear un nuevo modelo sólido y a prueba de tempestades.

Un cambio de modelo, eso es lo que necesitamos. Todos decimos lo mismo, ávidos de un cambio que nunca llega. Y es que es difícil llevarlo a cabo si antes no contamos con los planos pertinentes para dar comienzo a la obra.

Consenso es lo que necesitamos, tal y como ha apuntado Jordi Évole durante su entrevista al lehendakari Patxi López, pero consenso es precisamente lo que no tenemos. Nuestra clase política se mantiene ocupada pasándose la pelota unos a otros o redactando la próxima réplica.

La gestión es ideológica, pero el fin es común. Y cuando el fin es un bien preferente, como es el caso de la educación, o la base de la competitividad del país, para el caso de la investigación, los acuerdos deberían tener carácter obligatorio.

Todos deseamos un único y sólido sistema educativo, fruto del consenso de los partidos, pero, especialmente, del análisis de los expertos en la materia. Las ideologías gobernantes cambian, pero son los individuos los que hacen del país lo que es.

Sin duda hay que realizar ajustes, pero no se puede pretender estrangular determinadas partidas para permitir que el nivel de vida de algunos no se vea alterado por los infortunios de su propia e irresponsable gestión, por no decir pésima y fraudulenta.

Sí, Bankia, tema de la semana. Ese gran banco, esa gran apuesta que ha resultado no ser más que un montón de cuentas falseadas, de bancos quebrados antes incluso de formar parte de lo que pretendía ser una sólida y exitosa unión. 23.465 millones de euros que pagaremos entre todos, todavía no está claro ni en concepto de qué. Y es que, los beneficios declarados por Bankia el pasado febrero, de 309 millones de euros, han acabado convirtiéndose, mágicamente, en 2.979 millones, pero de pérdidas.

Puede que estemos equivocándonos cuando apuntamos a la necesidad de formar jóvenes científicos y lo que necesitemos en España sea una escuela de magia y hechizaría al más puro estilo de Hogwarts. Desde luego, potencial sobra.

Y, en cuanto a este tema, por supuesto, responsabilidades ninguna. Todo se quedará, para los de siempre, en un mal Rato.

En definitiva,  me quedo con esta frase de Guillermo Dorronsoro que resume nuestra situación actual a la perfección: "Tenemos una ocasión estupenda para cambiarlo todo, porque vemos que nada funciona". ¿Todavía hay esperanza?
¿No os encantan las huelgas? A mí, particularmente, me emociona cada vez que se convoca alguna. Sencillamente porque espero como agua de mayo que comiencen los recuentos de asistencia a la misma de las diversas instituciones. ¿Acaso no son verdaderamente geniales? Genios han de ser quienes las elaboran. Mi mente perversa imagina en cada institución a concentrados trabajadores que se afanan por contar a los allí presentes.

- Este de la gorrita de rayas... 1, el del polo verde... 2, la señora con el bolso de Gucci...3, ¡Oh! ¿Has visto ese bolso?... ¿Por dónde iba? Entonces habíamos dicho que la señora del bolso de Gucci era el 2, ¿no?

No entiendo como alguien puede oponerse a una huelga en todos los niveles de la educación si no hace falta más que ver los datos aportados para confirmar lo que todos ya nos estábamos oliendo, no sabemos contar.

Desde hace años el informe PISA viene situándonos en pésimos lugares en cuanto a las competencias de nuestros alumnos, pero, señores, no es este un problema que afecte solo a nuestros chavales (universitarios incluidos), si no a toda la sociedad y, desgraciadamente, se ha ensañado especialmente con nuestra clase política.

De las 14 Comunidades Autónomas convocadas a la huelga, desde el nivel infantil al universitario, los sindicatos cifran la asistencia en un fantástico 80%. Un éxito rotundo hasta que nos topamos con las cifras del Ministerio de Educación, que, aun esperando una notable diferencia, reconozco que esta vez me han dejado perpleja. Un 19%, que mas tarde tuvieron la amabilidad de subir a un 22,7%. Al final unos puntitos de nada de diferencia.

¿Nos toman el pelo, tanto unos como otros? Una cosa es la absolutamente criticable actitud humana de intentar llevar las cosas a tu terreno y, otra, hacerlo de esta forma tan descarada.

Este tipo de contradicciones solo tienen un efecto claro y, desde luego, no es el de informar con hechos objetivos, sino el de tratar de engañar a la opinión pública e insultar a la inteligencia de cuantos pretendemos informarnos de lo que acontece.

Sin duda nos falta educación. Y mucha. Recortar en esta partida nos va a salir infinitamente más caro de lo que supuestamente ahorraremos. Hace unos días señalé aquí la importancia del gasto público en educación y no voy a volver sobre lo mismo.

Recortar en educación es recortar en futuro. Una frase muchas veces repetida pero que no acaba de calar en las mentes de quienes debe hacerlo. Tanto como lo es recortar en investigación, algo de lo que se está hablando poco pero que se encuentra actualmente en cifras alarmantes.

Tal como el profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Juan Carlos Espín apuntó ayer "un país no investiga porque es rico, sino que es rico porque investiga", un concepto que, como él mismo ha lamentado, no ha entendido ningún Gobierno de España.

El colapso al que hemos abocado la investigación tendrá funestas consecuencias en nuestro desarrollo futuro. Sin educación, sin investigación y sin gente válida que se está viendo obligada a viajar a otros países, las consecuencias de la fuga de cerebros serán mucho más problemáticas de lo que el ministro de Educación, José Ignacio Wert, considera con su teoría de los investigadores de “ida y vuelta”.

Y si, como el mismo Wert apunta, no es un problema de inversión sino de modelo, tendremos la que será la decimotercera reforma educativa desde 1970. Y sumando.
Nos sobra el dinero, el público, más concretamente. No se dejen engañar por los vaivenes de nuestra amada prima, a la que últimamente le ha dado por ponerse tacones y admirar por encima del hombro los correteos nerviosos de políticos y gente de mando en general.

Nada más lejos de la realidad. Las arcas nacionales se encuentran rebosantes para regocijo de quienes sí conocen esta información que ahora comparto con ustedes.

Era todo una inocentada. No hay crisis. Las constantes subidas de impuestos solo pretendían seguir con el juego. ¿Alguien ha dicho paro? No hay paro. En realidad los más de 5 millones de parados españoles solo son una panda de vagos analfabetos cuya aspiración en la vida no es más que vivir del cuento. Pero, ¿qué más da? Podemos permitírnoslo, ¿no?

Si podemos hacer frente con fondos públicos a los constantes fines de semana en Marbella de Carlos Dívar, Presidente del Tribunal Supremo, ¿no podemos acaso disponer todos del dinero público para vivir del cuento?

A mí, personalmente, siempre me han apetecido unas vacaciones en el Caribe. Tendré que informarme para saber con quién debo hablar, al fin y al cabo, el dinero público es de todos, tanto suyo como mío.

Y lo mejor de todo es que no hay que justificar gasto alguno. Llegados a este punto no tengo la certeza absoluta. Es evidente, tal y como ya se ha encargado de señalar el teniente fiscal del Tribunal Supremo al archivar el caso, que Carlos Dívar no tiene obligación de especificar el motivo de sus constantes fines de semana (de hasta 4 días) en Puerto Banús, porque, simplemente, ostentar ese cargo implica no tener que justificar sus gastos.

¿Por qué habría de tener que hacerlo, siendo dinero público? ¿Alguien ha osado pensar que sí debería? ¡Que idea tan descabellada!

¡Pues no! ¡Claro que no! ¡Hombre, por favor! Simplemente porque disponer de ese cargo es motivo más que suficiente como para cargar cuantos gastos se deseen a las arcas públicas. Esas mismas arcas de las que se nos dice que se encuentran en una situación alarmante. Imagino, en vista de la facilidad con la que se utilizan, que el problema reside en la enorme cantidad de recursos de los que disponemos.

- ¿Alguien puede avisar al BCE? Gracias.

Además, parece que la clave del asunto reside en que durante dichos viajes no tuvo intención de lucrarse. ¡Fantástico!

¿Para qué pagar impuestos religiosamente si puedo defraudar a Hacienda sin coste penal alguno y, además, ser premiado con tan solo un 10% de cotización por tan maravillosa hazaña?

Así que, de la misma forma, ¿por qué costearme mis viajes privados si puedo cargar la cuenta a costa de todos los españolitos que se están dejando la piel para solucionar una situación cada vez más irremediable?

Sigamos despidiendo a funcionarios en este o aquel ayuntamiento, recortando en educación, despidiendo a docentes, imponiendo copagos, premiando a los defraudadores, pero, por favor, que nunca nos quiten nuestro viajecito de la semana.
¿Qué es la privacidad? Hace unos años, tampoco hace falta girar demasiado la cabeza, nuestros datos personales no eran tan accesibles como lo son ahora. Actualmente, los datos de millones de usuarios de la red están al alcance de cualquiera, pero pocos son conscientes de ello. Desde el momento en que cualquier tipo de información se comparte en una red social, un chat, un foro, en definitiva, en Internet, nadie puede tener la certeza de dónde va a acabar esa información que inocentemente (o tal vez no) ha subido desde su ordenador.

Facebook, la red social por excelencia, “se ha esmerado”, especialmente durante el último año, en aumentar los filtros y las opciones de privacidad que se ofrecen a los usuarios. Aunque sin duda ayuda, nada impide que tus propios contactos hagan pública una información que tú has protegido del resto de usuarios. Las capturas de pantalla existen, y gracias a ellas comprendemos mucho más sobre la estupidez humana.

Sin embargo, existen otras técnicas para acceder a estas informaciones o para aprovecharse del cuidado perfil que nosotros mismos creamos.

Facebook vende nuestros datos a empresas que buscan nuevos clientes potenciales, como es bien sabido, y de esta forma nos bombardea con publicidad específicamente seleccionada para nosotros, ¡qué afortunados!, ¿no?


Pero el colmo del ansia por acceder a los datos privados de los usuarios cayó en mis manos hará ya varios meses. Una costumbre, que estaba siendo cada vez más comúnmente puesta en práctica en EE.UU., saltaba a los medios. “Si quiere trabajar aquí, deme su contraseña de Facebook”. Y es que, al parecer, cada vez un mayor número de empresas exigían que durante la correspondiente entrevista de trabajo se les proporcionase la contraseña de la conocida red social para poder acceder así a los datos personales del aspirante. De esta forma, observaban qué estilo de vida llevaba, cuáles eran el tipo de conversaciones que mantenía y, en definitiva, realizaban un perfil del aspirante a medida, al parecer mucho más valioso que el propio currículum o la propia entrevista personal.

Aunque muy poco a poco, los usuarios cada vez son más conscientes de los riesgos que publicar tus datos implica y los perfiles se han ido cerrando, aunque, como se ha dicho antes, esto no supone ninguna protección si 500 o 1.000 personas tienen acceso a ese perfil. Pues bien, ante la imposibilidad de acceder a ellos libremente los entrevistadores no dudan en exigir la contraseña. ¿Qué ocurre si te niegas a proporcionársela?

- ¡Que pase el siguiente!

¿Es que alguien entregaría las llaves de su casa? Me resulta absolutamente escandaloso que este tipo de prácticas puedan llevarse a cabo, que las empresas se crean con derecho a que les sea proporcionada una contraseña personal cuya labor es precisamente que dicha información permanezca en la esfera privada.

Y entre tanto, Facebook ha prometido incrementar la privacidad de su página para evitar estos abusos y ha informado de que las empresas pueden enfrentarse a demandas por discriminación si persisten en mantener dichas prácticas. Lamentablemente, tal y como está la situación, muchos aspirantes, bien por desconocimiento de sus propios derechos o bien por necesidad, se verán objeto de este tipo de repulsivas prácticas empresariales.

Y entre todo este follón, Facebook salió finalmente ayer a bolsa, a un precio por acción de 38 dólares  y un valor en Bolsa de 103.000 millones de dólares, más de cuatro veces la tasación de Google en su estreno bursátil en 2004.

Así, Mark Zuckerberg se convertirá, a sus 28 años de edad, en el segundo hombre más rico de EE.UU., solo por detrás de Bill Gates. 

Mucho se ha especulado sobre el estreno en el Nasdaq de esta empresa nacida hace tan solo 8 años en un dormitorio de Harvard, pero muchas voces apuntan a que su tasación es desmesurada y podríamos estar ante el nacimiento de otra burbuja, pero esta vez de carácter tecnológico. Solo el tiempo lo dirá.

Facebook MBA: Behind the IPO Everyone's Talking About
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Nos hemos convertido en sociedades consumistas, pero, ¿es todo cuanto queremos? Creo que a nadie le sorprende este vídeo creado por la estadounidense Annie Leonard y, sin embargo, las cosas siguen siendo igual año tras año. Más ahora, que con la crisis económica las empresas no pueden dedicar parte del capital a crear procesos productivos menos contaminantes. Preocuparse por el medio ambiente ya ni siquiera ha pasado a un segundo plano, sino que puede encontrarse ahora en el plano número 20 en orden de interés.

Todos somos conscientes de que nuestro planeta, cuyos recursos son finitos, no soportará durante mucho más tiempo este ritmo destructivo, pero es más fácil mirar para otro lado y pensar que los expertos pueden estar exagerando.

- ¡A mí no me va a tocar!, puede que a mis hijos… puede que a mis nietos… pero, ¡para eso todavía falta mucho!

Lo que es evidente es que las empresas no van a preocuparse mientras los clientes no les exijan tal preocupación y, para ello, habría que dejar de comprar los productos de aquellas empresas que contribuyen a la contaminación del medio ambiente. La teoría es buena, pero lo cierto es que no tenemos tanta elección. La realidad es que, donde vemos 200 posibles opciones diferentes, se tratan en realidad de productos creados por 4 o 5 empresas. Las grandes multinacionales han diversificado sus producciones y llenan nuestros supermercados de productos diferentes, pero el beneficio repercute en los mismos de siempre.

Sirva como ejemplo el siguiente diagrama creado por The Big Picture:



Probablemente una de las partes más decepcionantes del vídeo es aquella en la que se señala que las pequeñas aportaciones de ciudadanos individuales no están teniendo un resultado real. No por ello vamos a dejar de hacerlo, sería absurdo, al fin y al cabo es lo que debemos hacer. No defraudas a Hacienda porque ahora otros puedan hacerlo… Oh, wait!

Sin embargo, resulta cuanto menos desalentador comprobar que lo que tú separas minuciosamente en casa acaba siendo recogido por un mismo camión, todo volcado en un mismo recipiente o llevado a países del tercer mundo donde finalmente acaba abandonado. ¿Es esto una práctica general? Probablemente no, pero por pequeña que sea acaba con las buenas intenciones de mucha gente.

El constante consumismo no se debe tan solo al paso de las modas de unas temporadas a otras, sino a la propia obsolescencia de los productos. El famoso documental dirigido por Cosima Dannoritzer, Comprar, tirar, comprar, habla de la obsolescencia programada y muestra cómo los productos actuales se crean bajo la idea de que no tengan una vida útil demasiado larga, de forma que nunca dejemos de consumir.

- En 20 años el lavavajillas nunca ha dado un problema, la lavadora tiene 3 y ya se ha estropeado varias veces. Es algo que cualquiera puede certificar en sus propias casas.

La directora del conocido documental demuestra a lo largo del mismo cómo en 1924 los principales fabricantes de bombillas pactaron limitar su vida útil a 1000 horas, a pesar de que ya en 1911 se producían bombillas con una duración certificada de 2500 horas.
  
Y, hablando de bombillas, en Livermore, California, se encuentra la bombilla más antigua del mundo, luciendo desde 1901 sin aparente interrupción. Si alguien está ocioso puede observarse 24 horas al día en esta página. Dos Webcams han fallecido durante este tiempo, pero parece que la bombilla tiene todavía mucha vida
Muchos años hace de este genial artículo que Arturo Pérez-Reverte escribió en XL Semanal, pero parece que ahora ha vuelto a resurgir. Los grandes textos nunca caen en el olvido: 

 
Hace tiempo que mi madre no me da la bronca por abusar el lenguaje soez en esta página, y empiezo a preocuparme. O ella envejece y se acostumbra, o estoy perdiendo facultades y volviéndome lingüísticamente correcto. Por fortuna, todavía llegan cartas de algún lector o lectora inasequibles al desaliento, afeándome mi poca vergüenza. E incluso Nacho Iglesias, el baranda de esta barraca, recibe periódicas sugerencias para que en El Semanal me echen a la calle de una puta vez. La última es de un señor de Oviedo, por la letra jubilado y por el membrete notario, que me afea el uso, e incluso el abuso, de la palabra "cojones", e incluso sugiere la posibilidad de que yo saque tanto a colación el asunto por algún trauma personal relacionado con mi propia virilidad o, subraya el amable comunicante, mi ausencia de ella. "A ver si es maricón", concluye, por si no he captado los circunloquios preliminares.

En fin. Al margen de que yo pueda resultar más o menos maricón, la antedicha carta me viene al pelo para traerles a colación un impreso anónimo que hace tiempo circula por ahí, --algún lector ha tenido el detalle de mandármelo--, y que, bajo el título Riqueza del castellano, enumera una exhaustiva relación de las diversas acepciones que en nuestra lengua, la de Quevedo y Cervantes, tienen los atributos masculinos. Y me van a perdonar el notario de Oviedo y mi madre, pero no me resisto a glosar el asunto y poner los cojones en su sitio.

Por ejemplo: según confirma con acierto singular el mencionado folleto, el sentido de "cojones" varía según el numeral que lo acompaña. La unidad significa algo caro o costoso (eso vale un cojón), dos puede sugerir arrojo o valentía (con dos cojones), tres significar desprecio (me importa tres cojones), y un número elevado suele apuntar dificultad extrema (conseguirlo me costó veinte pares de cojones). Del mismo modo, basta un verbo para darle variedad a los significados. Verbigracia: "tener" puede referirse a valentía (esa tía tiene cojones), pero también censura, admiración o sorpresa (¡tiene cojones!). "Mandar" indica perplejidad (¡manda cojones!); expresión que, en su variante ¡manda huevos!, hizo recientemente popular en sesión de las Cortes, mi paisano y compañero de maristas Federico Trillo.

Siguiendo con los verbos, acompañado de "poner" puede significar reto o aplomo (puso los cojones encima de la mesa), y el verbo "tocar" implica molestia, hastío o indiferencia (me toca los cojones), vagancia (se toca los cojones) e incluso desafío (anda y tócame los cojones). El término es también acepción de lentitud (viene arrastrando los cojones). Y en cuanto a amenaza, su uso es frecuente (te voy a volar los cojones) e incluso se recurre a ello para describir agresión física (fue y le pateó los cojones).

Los prefijos y sufijos también son importantes de cojones.

Por ejemplo, a- significa miedo (acojonado), des- implica regocijo (descojonarse), y -udo implica calidad o perfección (cojonudo). También las preposiciones matizan lo suyo: "de" alude a éxito (nos fue de cojones) o intensidad (hace un frío de cojones), "hasta" define ciertos límites (hasta los cojones) y "por" alude a intransigencia (por cojones).

También se recurre a ellos como lugar de origen para definir cierto tipo de actitudes intrínsecamente españolas y como origen de voluntad inapelable (porque me sale de los cojones). En cuanto al color, la textura o el tamaño del asunto, los significados son ricos y diversos como la vida misma. Un color violeta define bajas temperaturas (se me quedaron los cojones morados de frío). Posición y tamaño son decisivos, tanto para precisar pachorra y tranquilidad (se pisa los cojones) como coherencia (lleva los cojones en su sitio). Sin que falten referencias cultas o históricas (tiene los cojones como el caballo de Espartero).

Así que ya me dirá usted, señor notario. A ver cuándo Shakespeare, o Joyce, o la madre que los parió, en esa jerga onomatopéyica y septentrional que usaban los pastores para llamar a las ovejas, y los piratas para repartirse el botín contando con los dedos, fueron capaces de utilizar, con todo su Oxford, la palabra equivalente con tanta variedad, y tanta riqueza, y tanta prosapia como la usa hasta el más analfabeto de nuestros paisanos. Tres mil años de griego, latín, árabe y castellano respaldan el asunto. Lo que, se mire por donde se mire, es un respaldo lingüístico de cojones.
Tantos son los valiosos consejos que aporta desde la experiencia Ryszard Kapuściński (en adelante R.K.) a lo largo del libro Los cínicos no sirven para este oficio que he decidido incluir un nuevo post para terminar de exponer como se merecen las ideas de este amante del trabajo periodístico.

Tal y como él mismo señala, el profesional de la información debe estar dispuesto a aceptar el sacrificio y, lo que es más importante, debe ser consciente de la necesaria y constante profundización de nuestros conocimientos para desempeñar una labor justa y correcta.

R.K. considera que, para llegar a ser un buen periodista es imperativo no considerar a la profesión como un medio a través del que hacerse rico, porque el reconocimiento se consigue con paciencia y trabajo. Apunta a que es el público el que escoge, y no el director del medio, qué contenido tiene más o menos éxito entre los lectores. Es a ellos, por tanto, a quienes el periodista les debe su trabajo, a ellos y, por supuesto, a los protagonistas de cada historia. “La calidad asociada al nombre”, si eres bueno, te querrán.

Realiza una crítica al estado general que vive la información, convertida en negocio y dirigida y manipulada por directores ejecutivos que nada tienen que ver con el periodismo más allá de su afán por convertirlo en un lucroso negocio.

Hoy en día, el poder del periodismo y los medios de comunicación es sobradamente conocido. Por su carácter  modificador de la opinión publica R.K. advierte que “para ejercer el periodismo hay que ser buenos seres humanos” ya que, si eres malo, no podrás comprender a los demás, no te ganarás su afecto y confianza y no compartirán contigo ningún tipo de información.

En la gran mayoría de las ocasiones el periodista se ve obligado a obtener una información relevante en un escaso periodo de tiempo y de parte de individuos a los que no conoce. Si no eres una buena persona, si tus intenciones no son claras y no te implicas con el hecho que estás investigando, el entrevistado no se sentirá cómodo y no compartirá información relevante contigo. Sin ayuda de otros no se puede escribir un buen reportaje. Aquí reside la importancia de ser una buena persona y creer en lo que haces, así como albergar el deseo de ayudar a quienes se sientan más vulnerables. La lengua no debe ser un impedimento para lograr este fin, por lo que conocer idiomas es un aspecto fundamental en todo buen periodista. El periodismo es en sí mismo una profesión de carácter intencional, que lucha por algo, que persigue un fin.  

A pesar de los continuos cambios y reajustes de la profesión, los futuros profesionales de la información, tal y como apunta R.K., deben tener la capacidad de pensar a escala global.

Los seres humanos tenemos una memoria selectiva de la historia, por ello, su comprensión resulta si cabe más compleja, ya que has de buscar un gran número de fuentes para lograr hacerte con una idea lo más cercana y veraz posible. 
Si bien es cierto que el periodismo es una profesión peligrosa, el mayor problema al que deberán enfrentarse los futuros periodistas es al del estrés de conseguir siempre la mejor información, de situarse siempre en el lugar de la noticia, de no tener horarios y trabajar cada uno de los días del año.

Por ello, los periodistas han de ser capaces de condensar toda esa basta cantidad de información y proporcionar al público la cantidad exacta para informarlo sin omitir datos relevantes pero, a la vez, omitiendo anécdotas sin importancia. Además, deberá hacer frente a distintos tipos de censura, tanto directa como indirecta.

Todo lo que no aparece en los medios y no se da a conocer a la opinión pública pasa a no existir, por ello es absolutamente primordial que el profesional de la información sepa seleccionar adecuadamente la agenda setting del medio. El problema de esto reside en la feroz competencia que existe entre medios, donde todos quieren ser los primeros en proporcionar una misma noticia, por lo que, al final, nos encontramos con un gran número de medios que tienen exactamente las mismas noticias, cuando se han omitido hechos relevantes de los que la opinión pública nunca tendrá conciencia.

La fotografía es también parte fundamental y activa de la información, donde la labor del fotógrafo debe ser la de transmitir las sensaciones a través de una imagen.

El narrador se convierte en el portador que traslada información. Sin embargo, como consumidores ante determinados contenidos visuales, R.K. señala que solo podemos ser terroristas o voyeurs.

Por último, cabe señalar la especial preocupación que demuestra R.K. ante lo que él considera como la abolición de la clase campesina, en un mundo tendente a lo urbano, donde cada vez se buscan menos recursos y donde hemos creado una fatal dependencia de las organizaciones humanitarias a pueblos cuya supervivencia antes se basaba en la búsqueda de recursos.

Ser cínico es, por tanto, tal y como señala R.K., incompatible con el desempeño de la profesión, a la que solo una buena persona, con principios e implicación, puede desarrollar la labor que el mundo necesita.

Estas dos entrevistas suponen una aspiración ética de lo que ha llegado a ser el periodismo, con notables notas de idealidad.

Ryszard Kapuściński  falleció en 2007 en la ciudad de Varsovia.
Los cínicos no sirven para este oficio es una obra de obligada lectura para todo aquel interesado en el oficio del periodista. Dos partes de esta obra suponen sendos encuentros con Ryszard Kapuściński, moderados ambos por Maria Nadotti, escritora en diversas publicaciones italianas y extranjeras. El primero de los encuentros tuvo lugar el 27 de noviembre de 1999 en el marco del VI Congreso Redactor social. El segundo de ellos se trata de un coloquio que mantuvo con el también escritor y periodista John Berger, con motivo del Congreso Ver, entender y explicar, organizado por la revista Linea d’ombra en 1994.

Para comenzar, resulta imprescindible conocer los aspectos fundamentales de su protagonista, Ryszard Kapuściński. Nacido en Bielorusia, antigua Polonia, en 1932, tuvo una prolífica vida profesional durante la que fue periodista, historiador, escritor, ensayista, poeta y profesor. Estudiaría historia, aunque decidiría dedicarse de lleno a la labor periodística que ya desempeñaba desde su juventud.

Ryszard Kapuściński (en adelante R.K.) apunta a lo largo del libro cómo hacer un buen periodismo desde una perspectiva de enfoque, señalando la teoría del periodismo como la base última de la profesión.

R.K. empezó a escribir como poeta a la temprana edad de 18 años en una revista, donde descubriría su pasión por el periodismo. Sin embargo, no sería hasta la muerte de Stalin que las fronteras del país se abrieran poco a poco, comenzando a viajar por países cuyas culturas diferían enormemente de la suya propia, como por ejemplo Afganistán, uno de sus primeros destinos. Fue en estos primeros viajes donde descubrió la necesidad que sentía de transmitir la melancolía y las injusticias que viven los individuos de todas las partes del mundo. Centraría su carrera profesional en los países del Tercer Mundo, como son Asia, África y America Latina.

A lo largo del libro proporciona valiosos consejos y marca las pautas que debe seguir el buen periodista en el desarrollo de su labor. 

Por ejemplo, R.K. señala en el libro que, para transmitir una información correcta y valiosa, hay que estar atento a las pequeñas cosas, a los humores de los individuos. Defiende que el periodista debe convivir y mezclarse en la cultura sobre la que va a escribir, escuchar, sin intereses políticos ni económicos, sino tan solo el deseo de aprender, de absorber todo cuanto las personas son capaces de compartir.

Considera que el ser humano presenta por definición un lento aprendizaje de la aceptación de lo distinto y desarrolla un inicial rechazo a lo diferente, cuando lo que debería ocurrir es que rechazásemos aquello que se está convirtiendo en único, en global, y preservásemos las peculiaridades y riquezas de las culturas del mundo.

R.K. señala que ni la pobreza ni la opresión pertenecen al orden mundial de las cosas, por ello, para ser un buen periodista, debes ser testigo de todos los acontecimientos que influyan en el hecho noticioso, además de ser un hombre de resistencia, tanto física como psíquica.

Para tener derecho a explicar hay que tener un conocimiento directo, físico, emotivo, y olfativo del hecho que estas narrando, pues es a través de los detalles como se puede mostrar un mundo entero, sin bandos ni porciones.

Por último, apunta un aspecto fundamental, los avances tecnológicos nos ayudan en nuestra labor, facilitándonos ciertos procesos e incluso incrementando las posibilidades de implicación, pero no debemos olvidar que estos avances nunca sustituyen el trabajo del periodista.
Actualmente se encuentra en boca de todos pero, ¿qué es lo que implica realmente esta impopular medida? Se trata del pago por parte del usuario de un porcentaje del coste de la asistencia sanitaria, estimando cuál es el coste de la atención recibida y pagando una parte de ese coste. El copago más conocido y generalizado en España es aquel aplicado sobre las medicinas. Dicha política presenta determinadas ventajas e inconvenientes.

Empezando por estos últimos, supone para los individuos de baja renta una posible reducción de la demanda de estos servicios con la presumible intención de evitar el gasto. El problema principal reside en que las personas no suelen estar capacitadas para decidir qué demandas de servicios pueden reducir sin perjudicar su salud.

Por otro lado, como posible ventaja, podríamos señalar que parece un elemento, más que recaudador, concienciador para la sociedad del gasto que supone para las arcas públicas un servicio como es el sanitario, es decir, aumentar la visibilidad de los costes sanitarios de forma que los usuarios fuesen conscientes de la importancia de no abusar de estos servicios.

Como inconveniente a esta idea se encuentra el hecho de que es el médico quien decide el tratamiento que deberá seguir el paciente, por lo que es poco probable que el copago o ticket moderador vaya a reducir la demanda.

Imponer un copago solo a individuos con mayores rentas plantea no solo problemas de aplicación y gestión, sino también de inequidad para aquellos individuos para los que estar 100 euros arriba o abajo les suponga pagar o no por los servicios sanitarios.

Además, pagar en función del IRPF genera distorsiones y un doble pago: Una vez mediante los impuestos y otra a través del copago. A estos individuos puede que al final les salga más a cuenta contratar servicios privados y convirtamos los servicios públicos sanitarios en algo residual y poco costoso, solo para pobres y desamparados. Un sistema de salud basado en el pago por los servicios nos lleva a una sociedad que no esté protegida y en la que las diferencias sean cada vez más sustanciales.

Según apunta Repullo, en este recomendable artículo, debemos tener muy presente la conocida frase: “Un Sistema Nacional de Salud para pobres es un pobre Sistema Nacional de Salud”.

Sin embargo, lo cierto es que España necesita efectivo. La deuda ya no se financia como antes y el Gobierno ya no sabe qué partidas tocar. Después de la medida anunciada por el Ejecutivo de recortar 10.000 millones de euros en educación y sanidad, ha llegado, tras celebrarse el Consejo Interterritorial de Salud, una medida que atenta directamente contra uno de los sectores más vulnerables de la población.

La medida contempla el pago por parte de los pensionistas de un 10% de sus medicamentos, hasta un máximo de ocho euros mensuales, o un 20% si se cobra la pensión máxima, hasta un máximo que será en este caso de 18 euros mensuales.

Este tipo de medidas, en un país con más de ocho millones de personas mayores de 65 años, supone un riesgo para el tan debilitado Estado de Bienestar. Aunque los enfermos crónicos se verán sometidos a un régimen especial, no existen garantías de que los servicios de salud vayan a ser usados de forma correcta. Además, una disminución en la compra de fármacos por parte de aquellos que dispongan de rentas insuficientes para llegar a final de mes desembocará en un gasto social mayor en sanidad ya que, si se salta la prevención, el tratamiento será más costoso, tal y como ya se ha apuntado al inicio de este post.

Por último, una probable consecuencia de esta medida será el incremento de las diferencias sociales dentro de este grupo de población, donde los más vulnerables deberán ingeniárselas para repartir una escasa pensión entre gastos cada vez más elevados, como la subida del gas o la luz, disminuyendo la ya casi inexistente equidad entre la población.
Debido a la crisis económica actual la situación del empleo es crítica. El paro en la OCDE ya era del 8,5% en 2010, presentando además grandes diferencias entre países. 

En España, hemos sufrido el mayor incremento de paro de los países que componen la OCDE y alcanzamos la mayor tasa de paro en 2010 con un 20,1%. Actualmente el dato se sitúa en el 23,6%, más de cinco millones de parados, de los cuales un 1,5% son de larga duración, el grupo más preocupante.


¿Qué relación guarda este comportamiento con los rasgos específicos del mercado de trabajo español? El mercado de trabajo en nuestro país presenta una serie de características que justifican, o al menos explican, esta tendencia. 

Por un lado, existe una hipersensibilidad del nivel de empleo ante cambios en la coyuntura económica. Los ciclos alcistas se saldan con una creación muy rápida de puestos de trabajo, pero cuando el ciclo es bajo la destrucción de empleo es alarmante. Esto se debe en gran medida al apoyo sobre un sector principal, el de la construcción. En el caso de la crisis actual, con la burbuja inmobiliaria, la cantidad de empleos ligada a la construcción alcanzó tasas record. Con la explosión de la burbuja, todos esos nuevos puestos e incluso gran parte de los puestos anteriores desaparecieron, relegando a gran parte de la población al desempleo en un corto periodo de tiempo.

En segundo lugar, cabe destacar que la tasa de temporalidad que presenta nuestro país es muy elevada, con un bajo peso del trabajo a tiempo parcial. Esta temporalidad hace que el mercado de trabajo no sea muy estable y, aunque se ha intentado eliminar a lo largo de los años con numerosas reformas, no se han conseguido reducir los altos niveles de temporalidad. 

La sobre-educación universitaria de la fuerza de trabajo es otra característica clave de nuestro mercado laboral. Se necesita capital humano bien formado, pero se ha producido una rápida, e incluso algunos calificarían de excesiva, expansión del sistema universitario, masificándose el acceso a la educación superior en detrimento de otros modelos como el de formación profesional avanzada (FP), que sufre un claro déficit, lo que a su vez ha deteriorado la valoración de los títulos universitarios por parte de las empresas, descendiendo alarmantemente el nivel salarial de los titulados.

Además, existen elevadas barreras de entrada a determinados servicios profesionales, debidas en parte a presiones por parte de los propios trabajadores del sector, que no quieren que nuevos profesionales diversifiquen la oferta.

Por último, cabe destacar una dualidad y segmentación del mercado laboral con los outsiders y los insiders.

En cuanto a los grupos más afectados, destacan los jóvenes de 16-24 años, con una tasa de paro superior al 40%, los inmigrantes, con un porcentaje superior al 30%, las personas con contratos temporales que suponen el 90% de los puestos de trabajo destruidos entre junio del 2008 y junio del 2010, los trabajadores poco cualificados y los empleados de determinados sectores, como el de la construcción, que cayó un 25% en solo un año.
La crisis ahoga sin descanso y la austeridad se ha convertido en la única meta de las políticas aplicadas. El Gobierno prevé un “ahorro” de 10.000 millones de euros en sanidad y educación a través de una mayor racionalización del gasto, una mejora en la gestión y la eliminación de las duplicidades existentes actualmente. 

Sin embargo, reducir los gastos de partidas esenciales, como es sin duda la educación, incide directamente en el futuro desarrollo del país. Un país sin educación es un país sin futuro y esto es algo que todos debemos tener muy presente. 

El papel de las políticas públicas, es decir, el papel del Estado en el ámbito de la educación, se justifica desde diversos puntos de vista. A lo largo de este post analizaremos la importancia que tiene para una sociedad el gasto público en educación, sus ventajas y los también existentes inconvenientes de una intervención pública. 

En primer lugar, si atendemos a la equidad, ayuda a que la posibilidad de movilidad social sea un hecho, de forma que la población no tienda a situarse en un territorio en el que el nivel educativo sea mayor por un bajo nivel de equidad entre territorios. Además, es el Sector Público el encargado de garantizar la igualdad de oportunidades para su población, siendo la educación un bien preferente. 

En segundo lugar, si atendemos a la eficiencia, se puede justificar desde el punto de vista de las externalidades positivas derivadas de una población con buen nivel educativo. No debemos olvidar que la información imperfecta impediría el justo desarrollo de planes de educación privados, por lo que se observa claramente la necesidad de intervención, así como la existencia de mercados incompletos. 

Por último, desde la óptica del crecimiento y la estabilidad, es imprescindible el aumento del capital humano y la mejora de la posición competitiva del país, de forma que sea capaz de adaptarse a los cambios económicos del entorno. 

Pero, aunque la gestión pública de la educación ha traído consigo numerosas ventajas y un gran desarrollo, existen críticas a tal intervención basadas fundamentalmente en el actual descontrol existente y la falta de consenso sobre los modelos óptimos aplicables, así como los bajos resultados que cosecha nuestro país a la luz de los resultados del informe PISA.

Sin embargo, estos inconvenientes a la gestión pública no justifican en ningún caso la eliminación de dicha intervención, ni disminuyen la importancia de la misma,  tan solo señalan la necesidad de que dichos planes sean coordinados y coherentes, así como la de que tengan una continuidad en el tiempo, un aspecto, este último, del que nuestro país sufre constantemente.

Los cambios de color político se han convertido en un precedente del cambio en la legislación educativa aplicada, generando inestabilidad y poniendo de manifiesto la falta de consenso existente sobre este aspecto fundamental, considerado, como ya se ha dicho, un bien preferente.