El Museo de la Ciudad rinde homenaje a la mítica revista de humor gráfico La Codorniz con motivo de su 70 aniversario, y lo hace con una exposición que recoge más de 300 ejemplares de revistas y tiras cómicas, alguno de ellos inéditos.

Esta exposición nos acerca a uno de los referentes más importantes durante el franquismo en lo que al humor gráfico se refiere, pues ha sido, sin duda, el semanario de humor de más fama y repercusión del siglo XX. Una publicación que serpenteó la censura para ejercer de pulmón de humor durante los 37 años en los que fue editada.

Esta revista de humor gráfico y literario referente de la dictadura, fue publicada por primera vez  el 8 de junio de 1941, fundada por Miguel Mihura, aunque sería su sucesor, el escritor Álvaro de Laiglesia en 1944 quien le daría el toque personal que caracterizaría la publicación a lo largo de los años.

Mihura ejerció una severidad electiva en lo que se refiere a los colaboradores de la revista, rechazando nombres como Camilo José Cela, que fue dado de baja entre los colaboradores por divergencias en la forma de interpretar el humor, o el de Francisco Umbral.

La Codorniz, que había tenido tiradas de 35.000 ejemplares con Mihura, se estabilizó en los 80.000 semanales, mientras que las tiradas mensuales llegaron a superar los 250.000 ejemplares vendidos. En sus páginas se continuaba el humor vanguardista ya expresado tres años antes en La Ametralladora, otra publicación de la época, por su director y principales colaboradores.

Su humor innovador, surrealista, absurdo y desconcertante provocó irritación y entusiasmo por partes iguales, lo que convertiría a la revista en una de las más longevas publicaciones de humor, y serviría más tarde de inspiración a revistas como El Papus, Hermano Lobo, Por Favor o El Jueves.

Aunque en un principio fue editada con un formato de 26x35 cm, con 24 páginas impresas la mitad a dos colores, y al precio de venta de 50 céntimos, sería Laiglesia quien aumentaría tres años más tarde el tamaño de la revista, que pasó a ser de 28x38 cm.

La publicación cuenta entre sus números con ilustres colaboraciones, como la de Mingote, Chumy Chúmez, Máximo, Gila, Serafín, Oscar Pin (pseudónimo de Fernando Perdiguero Pérez), Perich, Ops (posteriormente conocido como El Roto), Forges, Julio Cebrián, Alfonso Sánchez Martínez, Rafael Azcona, Conchita Montes (quien creó el pasatiempo El Damero Maldito) o Julio Penedo (Jupe).

Sus problemas con la censura le supusieron en numerosas ocasiones multas o apercibimientos, pero los castigos más severos serían las suspensiones temporales en 1973 y seguidamente en 1975. Además de Mihura (1941-1944), y Laiglesia (1944-1977), la publicación también fue dirigida por Manuel Summers (1977-1978) y Cándido (1978).

La publicación contaba también con un himno, creado por Antonio Lara de Gavilán, aunque era poco conocido. Se trataba de un vals de ritmo caricaturesco, cuya letra pretendía también hacer reír a aquel que la escuchase.
Con el tiempo el humor inteligente dejó paso a una fórmula radicalmente distinta, a base de destape y descaro que nada tenía que ver con lo que antaño había sido la publicación. 

Los lectores le volvieron la espalda, de modo que la revista interrumpió su salida el 29 de enero de 1978. Volvería a los kioscos el 19 de marzo de ese mismo año, pero esta vez bajo el formato de un periódico, tratando de parecerse al célebre Canard enchainé  francés. Sin embargo, ante las escasas ventas, dejó de publicarse el 11 de diciembre de 1978. En total editaría 1898 números. 

Los críticos del momento consideraron a la desaparición de la revista como una consecuencia de su falta de adaptación al cambio de la sociedad de su tiempo, sin embargo, muchos otros consideraron que su declive se debió a la falta de severidad de los últimos directores, que abrieron las puertas a nuevas interpretaciones individualizadas.

Doce años después de su cierre, en 1990, surge La Golondriz, en la que un reducido grupo de antiguos colaboradores recuperan el espíritu de la revista. 

Inicialmente se distribuía en el Noroeste de Madrid financiada con publicidad municipal. Más tarde pasó a distribuirse como suplemento gratuito con carácter mensual en los diarios Diario 16 y Ya. El nacimiento de La Golondriz supondrá la vuelta de algunas de sus más célebres secciones de los 60, como Crítica de la Vida, Cárcel y Comisaría de Papel, Politicomics, Crítica Literaria y de televisión y Página de Terror.  Actualmente puede leerse en versión digital en el portal El Can, con carácter quincenal.
Se considera al Acta Diurna, con sus más de 2138 años de antigüedad, el primer periódico de la historia de la humanidad. Durante su realización, la población era en su mayoría analfabeta, por lo que solía ser leído en voz alta por aquellos que sí sabían a aquellos que no. Se caracterizaba pues por ser tanto un periódico escrito como oral, publicado en el Foro Romano de forma diaria y en él se recogían las noticias del imperio romano. Las publicaciones que recogía atendían, ya desde entonces, a los intereses políticos de sus editores. 


Se trataba de una forma de vertebrar un grupo socialmente. El periodismo, tal y como lo conocemos actualmente, no surgirá hasta el siglo XIX. No obstante, ya antes existen formas periodísticas que los historiadores han aceptado como los antecedentes del periodismo. Es, por tanto, una convención el primer periódico que señala la historia del periodismo, de carácter político.

Fue Julio Cesar, en el año 59 a.C., quien decidió que se publicara dicho texto con carácter periódico, proporcionando así información de lo ocurrido en el imperio romano. Podríamos decir que Julio Cesar fue el primer “editor” de la historia. 

Consistía en una lista que contenía breves descripciones sobre las acciones llevadas a cabo por el Gobierno en Roma, así como una relación sobre las obligaciones cotidianas y aconteceres diarios del imperio. A pesar de tratarse en un inicio de una hoja meramente informativa y política, más tarde se incluirían otras noticias de “interés general”, incluyendo informaciones como el anuncio de casamientos, nacimientos, fallecimientos importantes, notas legales, e incluso algún aviso publicitario (como la venta de un gran lote de esclavos). Dichas actas, para evitar alteraciones o falsificaciones, se realizaban en piedra o metal y se les incluía la talla del sello oficial del Gobierno.

Para su apropiada distribución se situaban en distintos lugares de acceso público del Foro Romano, que constituía el centro neurálgico de Roma y el lugar por el que pasaban decenas de miles de personas al día. Para evitar daños en las mismas el Acta Diurna era custodiada por legionarios. 

Desafortunadamente ningún acta ha sobrevivido hasta nuestros días, pero conservamos varias copias en papiro realizadas por escribas que se encargaban de llevar las noticias a las distintas provincias de la enorme Roma.
Ya está aquí. Un nuevo libro de Carlos Ruiz Zafón ha llegado a nuestras librerías este jueves, y pretende seguir haciéndonos soñar con esta historia. Será la tercera novela de la serie que dio comienzo con “La Sombra del Viento”, allá por el año 1964 y que, aunque no ganó el Premio Fernando Lara al que su autor lo presentaba, sí acaparó la atención de Terenci Moix, miembro del jurado, quien le recomendaría al autor efusivamente su publicación.

Actualmente, se han vendido más de 10 millones de ejemplares y sigue cautivando día tras día a nuevos lectores que descubren en Daniel Sempere un entrañable compañero con el que vivir inimaginables aventuras.

Pero, aunque la historia es realmente entretenida, probablemente lo que más me cautivó cuando hace años la primera parte de esta serie de tres libros cayó en mis manos fue sin duda la cuidada narrativa y el rico léxico que caracteriza a este escritor. Cada frase parece estar minuciosamente escogida para envolverte en un aire de misterio, fragilidad y miedo. La mente se traslada a una Barcelona en blanco y negro en los años en que da comienzo la Segunda Guerra Mundial y una necesidad de seguir leyendo te invade desde la primera página.

Lo mismo me pasó con su segunda parte, “El Juego del Ángel”, aunque si tuviese que escoger entre las dos seguiría quedándome con la primera, aquella que me permitió descubrir a este autor.

Ahora, una tercera parte nos espera, con nuevos misterios entre una nebulosa que delicadamente se irá retirando conforme avancemos en sus páginas.




El error Berenguer

Su autor, José Ortega y Gasset, nacido en Madrid en 1883, fue un filósofo y ensayista español perteneciente al movimiento del Novecentismo. Nacido en el seno de una familia de la alta burguesía vinculada con el periodismo (su abuelo había fundado el periódico El Imparcial y su padre pasaría a dirigirlo años más tarde) se educó en un ambiente culto vinculado al mundo del periodismo y la política. Finalizará sus estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid, a pesar de haberlos comenzado en la Universidad de Deusto, Bilbao. 

Doctor en filosofía, viajará por toda Europa e irá absorbiendo las distintas corrientes culturales. Colaborador del diario El Sol desde 1917 será allí donde publica, en forma de folletones, sus dos obras más importantes, España invertebrada y La rebelión de las masas. Años más tarde, en 1923 fundará la Revista de Occidente, de la que será su director hasta el comienzo de la contienda bélica española, momento tras el que se exiliará y acabará fijando su residencia en Lisboa, tras el paso por París, Países Bajos y Argentina. Aunque a partir de 1945 su presencia en España fue constante será en Alemania donde obtenga el reconocimiento que merecía. 

En su artículo, El error Berenguer, publicado el 15 de noviembre de 1930 en la primera página del diario El Sol, a dos columnas, critica la llegada al poder de Dámaso Berenguer, tras la dimisión de Miguel Primo de Rivera. Berenguer establecería la conocida como “dictablanda” y Ortega y Gasset, en el texto que nos ocupa, acusa a la monarquía de despreciar al pueblo y no considerar su deseo de establecer otro tipo de régimen. Al no oponerse el Rey a los nombramientos que siguieron a la dimisión de Primo de Rivera, se entendió que la monarquía secundaba la dictadura y este sería su fin. Alfonso XIII acabaría teniendo que exiliarse y en España se proclamaría la II República. 

Mediante un estilo literario ágil pero severo, el filósofo insta al pueblo español a reconstruir el Estado sobre nuevas bases democráticas, con su ya histórica frase: “¡Españoles, vuestro estado no existe! ¡Reconstruidlo! Delenda est Monarchia”.

Casasús afirma en su libro que ha sido José Ortega y Gasset el más célebre de los periodistas españoles del siglo XX. 

Retirarse a tiempo. No al general De Gaulle

Rafael Calvo Serer, intelectual y escritor español es nuestro último autor en este análisis de los textos más importantes del periodismo. Se trata del primer catedrático de Historia de la Filosofía española y Filosofía de la Historia de España. Nacido en Valencia en 1916 tuvo una vida siempre muy cercana al periodismo. 

Miembro del Opus Dei contrario a la dictadura franquista, se incorpora en el año 1966 al diario Madrid donde publicará el artículo objeto de estudio Retirarse atiempo. No al general De Gaulle. Publicado en el año 1968 y en tercera página consigue burlar la censura, que más tarde acabará con el diario, y realiza una crítica a Franco comparando la dictadura existente con el gobierno del general francés De Gaulle, presidente de la República Francesa, sin llegar a nombrar al primero a lo largo de todo el artículo. 

Tras la publicación del artículo, el final del diario Madrid no tardaría en llegar. Sin embargo, su posterior exilio en 1971, que terminaría 5 años después, se debió a la publicación en el periódico francés Le Monde de un artículo suyo bajo el nombre Moi, aussi j'accuse, en clara referencia al artículo de Émile Zola publicado en 1898, analizado anteriormente en este mismo trabajo. 

Se honró su labor poniéndole su nombre, durante los diez primeros años, al Premio de Periodismo Diario Madrid, antiguamente conocido como Calvo Serer.
J'accuse ... !

Su autor, Émile Zola fue un escritor francés, considerado como el padre y mayor representante de la corriente literaria conocida como Naturalismo. Nacido en París en 1840, de padre italiano y madre francesa, empezó a trabajar muy joven como dependiente de una librería, tras haber suspendido en dos ocasiones el examen de bachillerato. Sus primeras obras publicadas serían un conjunto de relatos titulados Cuentos a Ninon en 1864. Sus amistades del mundo intelectual y su prolífica obra le configuraron una imagen de hombre ilustrado de letras, inicialmente seguidor del movimiento del romanticismo. Tras sus novelas y obras teatrales comenzó a publicar ensayos, de entre los cuales el más importante será el que analice a continuación, que le costaría su exilio. 

En el ensayo J'accuse... !, publicado originalmente en el periódico L'Aurore en 1898, su autor defendía ferozmente la inocencia del capitán de origen judío Alfred Dreyfus, acusado de alta traición a la patria, concretamente de espionaje, por militares antisemitas. 

El ensayo es, en realidad, una carta abierta dirigida a M. Félix Faure, presidente de la República, en la que Zola da comienzo a una de las campañas de defensa más célebres de todos los tiempos. El caso Dreyfus obligó al capitán a recluirse en la isla del Diablo y solo años más tarde, concretamente en 1906, será reincorporado con todos los honores.

Clemenceau, íntimo amigo de la infancia de Zola, director por aquel entonces del periódico parisino L'Aurore, publicó en primera página J'accuse...! El diario vendió aquel 13 de enero más de 300.000 ejemplares, propiciado por el estilo directo y mordaz de Zola.

Este ensayo no solo supuso un giro en la obra que hasta ese momento había desarrollado el escritor francés, sino también un brusco cambio en su propia vida e incluso en la posterior historia occidental.

Este mismo título sería utilizado muchos años más tarde por Pablo Neruda en su discurso tras la aprobación en Chile de la conocida como Ley Maldita



A lo largo de los años se han escrito textos que han sido en sí mismos piezas indispensables de la memoria. Pedazos de historia, de pensamiento y buen hacer, que escritores y periodistas cuyo nivel profesional está solo al alcance de unos pocos genios de la pluma han dejado como legado para la historia del periodismo.

Textos que influyeron en la marcha de su tiempo, reivindicaciones, reclamos, críticas soberbias, narraciones magistrales que perdurarán para siempre impresos con la mejor tinta imborrable, la de la memoria.

Josep María Casasús recopiló en un libro publicado en 1994 bajo el nombre de Artículos que dejaron huella 18 textos magistrales (entre los que también se incluye algún reportaje y una entrevista) que obtuvieron el reconocimiento de crítica y público en el momento de su publicación. Este libro se ha convertido hoy en día en bibliografía indispensable para cualquier facultad de periodismo por su gran utilidad y mejor prosa.

De entre los 18 textos seleccionados por Josep María Casasús, cuatro son los artículos que considero imprescindibles, tanto por su contenido como por los autores de los mismos, así como por la impresión que causaron en el momento de su publicación. 

Estos cuatro textos irreemplazables son, Vuelva usted mañana de Larra, J'accuse ... ! de Zola, El error Berenguer de Ortega y Gasset, y el más contemporáneo de todos, Retirarse a tiempo. No al general De Gaulle, de Calvo Serer.

Durante estos días, las reflexiones sobre estos textos llenarán el blog con pequeños pedazos de historia que los genios de la pluma dejaron para nuestro deleite.

Y, sin más dilación... empecemos con Larra.

Vuelva usted mañana

Su autor, Mariano José de Larra, periodista, político y escritor, nacido en Madrid en 1809 se vio obligado a exiliarse junto a su familia durante 9 años. A su vuelta, finalizaría sus estudios para comenzar a dedicarse al periodismo a la edad de 19 años. Casado a los 20 se suicidaría antes de cumplir la treintena, pero tendría una juventud prolífica. En apenas ocho años escribió más de 200 artículos, uno de los cuales analizaremos a continuación, dejándonos magníficas reflexiones y críticas. Sería el principal exponente de una necesidad de aperturismo de la sociedad española de la época, un luchador ideológico cuyo nombre perdurará para siempre en la historia como uno de los más grandes periodistas de todos los tiempos. 

En su artículo Vuelva usted mañana, escrito en el año 1833 bajo el pseudónimo de “El pobrecito hablador”, uno de los utilizados por Larra junto con otros como “Fígaro”, “Duende” o “Bachiller”, Larra realiza una severa crítica social sobre el pecado capital de la pereza, como algo propio de sus compatriotas españoles, señalando la constante resignación a la que deben acogerse los ciudadanos al lidiar con la Administración pública y sus constantes abusos.

En una combinación de sátira, humor, ingenio y excelente retórica plantea la mala imagen que estas actitudes transmiten a los visitantes extranjeros y el perjuicio que estas acciones tienen para la buena impresión del país. Es este quizás el artículo periodístico más popular de cuantos han sido publicados en lengua castellana.
Términos como “Trending Topic”, “Hashtag”, “Retweet” o “Unfollow” parecen hoy parte de nuestro vocabulario, como si siempre hubiesen estado ahí. Damos por hecho que todo el mundo sabe a qué nos estamos refiriendo cuando comentamos el “Trending Topic” de ayer o de hace una hora. Nada más lejos de la realidad. Tan evidente como que no todo individuo sobre la faz de la tierra tiene una cuenta de Twitter, es el hecho de que no todo individuo es conocedor del significado de estos nuevos términos que han irrumpido con fuerza durante los últimos años. 



El debate político del pasado lunes nos ha dejado algunas pruebas que parecen revelar que ni siquiera el hecho de contar con una cuenta en Twitter te hace conocedor del correcto significado de estos términos y lo que ellos implican.

Tras el debate llegaron los ridículos análisis de unos y otros, explicando quién había ganado y qué lo hacía merecedor de tal resultado. Llamó mi atención especialmente una de las explicaciones que hacía referencia a esta red social en particular.

Un político afirmó que un “Trending Topic” es mejor que una encuesta, porque no tiene “muestras”. Partiendo de la base de que el término “Trending Topic” hace referencia a un tema que en un determinado momento es tratado por un gran número de personas de forma simultánea en sus cuentas de Twitter, esta afirmación llevaría implícita otra: Todo español (en este caso particular) es propietario de una cuenta en la citada red social. Solo en ese caso la afirmación sería cierta, pues que no exista una muestra quiere decir que se analiza al conjunto de la población.

O bien el desconocimiento propio o el afán por aprovecharse del desconocimiento ajeno lleva a algunos de nuestros políticos a realizar afirmaciones falsas que gran parte de la población no puede rebatir, por desconocer a qué se está haciendo referencia.

Otra de las perlas sobre Twitter se refería al número de menciones que uno y otro habían acumulado durante el debate y los momentos previos al mismo. Concretamente se afirmaba que el político que más menciones había acumulado era, por tanto, el que se había proclamado ganador del debate. De nuevo el desconocimiento puede hacer pensar que una mención puede ser indicador de algo concreto, sin embargo, cualquier usuario de Twitter puede mencionar a otro con independencia de si dicha mención incluye un contenido positivo o negativo sobre la persona mencionada.

En definitiva, tan malo es hablar de lo que no se sabe como intentar “colársela” a aquellos que por desconocimiento no pueden rebatir lo dicho.
Una de las noticias más comentadas durante los últimos días ha sido la impresionante demostración de levitación cuántica que la Asociación de Centros de Ciencia y Tecnología muestra en un vídeo que ya ha logrado en youtube más de seis millones de reproducciones.


La demostración, realizada por expertos de la Universidad de Tel-Aviv muestra cómo campos magnéticos atrapan de forma rígida materiales superconductores, de forma que mantienen, sin fricción, la distancia con el cuerpo que genera el campo. Lo más curioso del vídeo es probablemente observar cómo el objeto sigue conservando la posición concreta en la que se le sitúe.

Esta y otras demostraciones tuvieron lugar en la conferencia anual de la ASTC, celebrada del 15 al 18 de octubre en el Centro de Ciencia Maryland en Baltimore, Estados Unidos.