¿Qué es ficción y qué realidad en Citizen Kane?

La notoriedad con la que cuenta la película Citizen Kane se debe no sólo al nombre del director, Orson Welles, quien ejerce también como actor protagonista de su propia cinta, y cuyo talento ya había sido probado mucho antes del estreno de la película que más tarde se convertiría en una de las mejores películas del cine de todos los tiempos, considerada como una obra maestra del séptimo arte, sino a la historia que se narraba en sus fotogramas, historia en la que podían adivinarse muchos rasgos similares con la vida del editor y empresario de la época W.R. Hearst.

Orson Welles niega que el personaje de Kane esté basado en Hearst. Sin embargo, Hearst se sintió tan aludido por la película que prohibió su proyección en todas las salas de exhibición de su propiedad, que rondaban en torno al 80% de las salas de exhibiciones. Esto provocaría que fuese un fracaso en su estreno, pero la crítica la aclamó como una de las mejores películas del cine. 

Las consecuencias ante las muchas similitudes entre estas dos vidas no se hicieron esperar y, aunque el magnate de la prensa amarilla no pudo evitar que la cinta se proyectara en los cines y lograra un éxito considerable, sí marcaría para siempre la carrera profesional del hasta entonces genio Orson Welles. 

W.R. Hearst no estuvo de acuerdo con la forma en que el recién llegado a Hollywood representaba su vida, atreviéndose a ventilar los aspectos más inapropiados de su vida privada, como fue el caso de la representación sin ningún reparo que hacía de su amante, Marion Davies.

Utilizaría todo el poder que los medios le otorgaban para descargar contra él una feroz campaña que marcaría para siempre el destino profesional del director. Desde aquel momento Orson Welles nunca volvió a desarrollar su trabajo y a llevar al cine sus ideas con la misma libertad con que lo había hecho hasta el momento. 

Otro de los grandes guiños al magnate es la imagen en la que se muestra la silueta lejana y brumosa del castillo inacabado de Xanadú que Kane manda construir en lo alto de una colina. Esta parece una referencia clara al castillo de similares características que poseía Hearst en la costa oeste de Estados Unidos, el San Simeone, que hoy en día puede visitarse.

Cuando Orson Welles le pone nombre a la gran mansión de Citizen Kane la llamará Xanadú. El nombre no es azaroso, pues es este un palacio mítico soñado por el emperador oriental Kublai Khan, que mandará levantar describiéndoles a sus arquitectos cómo desea que se construya el palacio. Estos comenzarán a construirlo, pero el emperador morirá antes de verlo terminado. Posteriormente, Coleridge, uno de los poetas más reconocidos dentro de la literatura británica, será interrumpido en su escritura de un poema sobre el bello palacio de Xanadú y tras dicha interrupción no será capaz de finalizar el poema, quedando para siempre inacabado como el propio palacio. 

Se cree, sin embargo, que el personaje de Kane no se basaba únicamente en la figura del magnate de la prensa amarilla W.R. Hearst, con su extendido imperio periodístico, sus numerosas y conocidas extravagancias, la explotación del sensacionalismo en sus medios, las ambiciones políticas, el tráfico de influencias e incluso la aspiración por convertir a su segunda mujer en una estrella. El personaje reunía también características propias de la personalidad de aquel que le dio forma, el director, el propio Orson Welles. Ambos eran infinitamente talentosos, pero también pecaban de arrogantes y destructivos.

En definitiva, queda probada la relación del magnate con la película Citizen Kane, y aunque esta relación no fue deseada por el propio Hearst, que realizó numerosos esfuerzos para desprestigiar el nombre de Welles e intentar que el estreno de la película no se llevase a cabo, ambos nombres, tanto el de W.R. Hearst como el de Orson Welles quedarán ligados e inseparablemente asociados a Citizen Kane  en la memoria de la gente.

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