No podría recordar con exactitud el número de veces a lo largo de la carrera de periodismo que hemos discutido en clase si las asignaturas que tenemos son las más adecuadas para lograr hacer de nosotros grandes comunicadores, o si no grandes, al menos unos comprensibles. Personas capaces de comunicar un hecho de forma clara y precisa, de hacer de acontecimientos complejos explicaciones entendibles, o de transmitir ideas u opiniones de forma atrayente.
Porque es ahí donde está la clave, en conseguir que el lector no abandone tu artículo, noticia, crónica o cualquier texto que te hayas propuesto escribir. “Debe atraer al lector”, nos dijo una profesora, “debe conseguir que quiera saber más”.
Para mí la clave no está en tener un millón de asignaturas en las que memorizar las pautas a seguir, sino en empaparte de aquellos que ya saben hacerlo. Leer, leer y leer. Sin duda, siempre habrá a quien se le de mejor, pero si no lees será difícil mejorar. Tantas veces como hemos tenido esta conversación he escuchado también decir a unos y otros que no les gusta leer. ¿Cómo va a gustarte escribir si ni a ti mismo te gusta leer lo que otros escriben? Y no hablo de noticias o artículos de prensa, hablo de libros, de historias, de aventuras que te atrapen y sin darte cuenta hayas devorado sus páginas. Hablo de coherencia.
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