El pasado viernes 13 (y no el martes) el crucero Costa Concordia navegaba frente a las costas de la Toscana italiana, siguiendo el curso fijado (o eso se creía), mientras en su interior la vida se desarrollaba con esperada normalidad.
Antes de meternos en materia y de comenzar a analizar el suceso en cuestión, conozcamos un poco acerca de este navío. El Costa Concordia es (o era) un crucero construido por el italiano Fincantieri en Sestri Ponente para la compañía Costa Cruceros, una empresa, también italiana, perteneciente a la compañía de cruceros más grande del mundo, la estadounidense Carnival Corporation.
En el momento de botarlo, el 2 de septiembre de 2005, era el crucero italiano más grande, con 114 500 toneladas, como curiosidad os diré que, el día de su inauguración, el 6 de julio de 2006, la botella no llegó a romperse al golpear contra él (esto ya empezaba con mal pie).
En la era de la comunicación, las noticias sobre el suceso comenzaron a llegar pocos minutos después de que la tranquilidad hubiese sido perturbada, aunque las primeras informaciones no acertaban a señalar el motivo de tal perturbación.
Una vez las noticias en tierra e informada la policía, estos se dispusieron a alertar a los guardacostas, quienes llamaron al puente de mando para confirmar las informaciones y determinar qué hacer, pero un miembro de la tripulación aseguró que solo se trataba de un apagón.
¿Dónde está el capitán mientras esto sucede?, ¿por qué estaba el barco frente a la Isla de Giglio, muy lejos de la ruta que debería seguir?, ¿por qué la tripulación tardó tanto tiempo en ordenar la evacuación, o es que ni ellos mismos eran conscientes de la situación existente?, ¿no van dotados los buques modernos de GPS, para saber dónde están, y de sónares para comprobar la profundidad en la que se mueven?, ¿no están todos estos datos en cartas marinas electrónicas?, ¿estaban más cerca del suelo marino de lo que pensaban, a causa de un efecto hidrodinámico llamado squat?
Lo cierto es que el crucero había encallado en una roca, debido a la escasa profundidad que presentan las aguas de la Isla de Giglio a una distancia tan corta de la costa. Dicha roca rajó el barco creando una grieta, lo que a su vez provocó que el crucero comenzase a escorarse. El pánico entre los pasajeros, sin luz, sin conocimiento de la distancia que les separaba de la costa y sin información sobre lo que estaba ocurriendo cundía cada vez más.
Este accidente del crucero de lujo se produce, además, justo un siglo después del hundimiento del TITANIC, a consecuencia del choque con un iceberg al sur de las costas de Terranova, Canadá.
Veamos qué aportan las investigaciones sobre el suceso y qué explicaciones da el capitán del barco, quien al parecer se vio obligado a abandonar la nave al “caer” sobre un bote salvavidas. ¡Vaya!
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