Completando la información sobre el nacimiento del periodismo sensacionalista, veamos ahora un un ejemplo actual. La prensa sensacionalista no ha dejado de existir, y lo que es más, se ha convertido en parte de nuestro día a día, tan intrínsecamente entrelazada con nuestras vidas que muchos ciudadanos pueden haber perdido la noción de lo que es el periodismo veraz y contrastado, dejando paso a aquel basado en rumores, especulaciones y datos no verificados. Vender se ha convertido en el objetivo número uno de muchas de las publicaciones con las que contamos hoy en día. Afortunadamente no es este el caso de todas las publicaciones, pero no es extraño encontrar titulares sensacionalistas que llaman a la población con relatos llenos de escabrosos detalles.
El medio audiovisual es probablemente el medio que más haya continuado con la herencia de J. Pulitzer y W.R. Hearst, los dos escritores estadounidenses a los que hice referencia la semana pasada, ofreciendo al público historias sobrecogedoras y detalles innecesarios. Se ha producido una sobredimensión de la forma en que se nos presenta la información, con el objetivo de generar un fuerte impacto en el público.
Como ejemplo de este tipo de prensa en la actualidad encontramos el caso de News of the World, conocido periódico del Reino Unido que ha protagonizado uno de los mayores escándalos de la prensa sensacionalista de los últimos tiempos.
Para ponernos en situación es importante conocer que News of the World forma parte de News Corporation, empresa de medios de comunicación creada en 1980 y de origen estadounidense por Rupert Murdoch. Rupert Murdoch aterrizó en la prensa británica tras la compra de la cabecera de The Sun (que poco tiempo después se convertiría en el tabloide con mayores ventas del país) y el dominical News of the World, en 1969. Este periódico realizó prácticas ilegales para obtener información de personajes públicos y famosos, llegando incluso a pinchar los teléfonos del príncipe Guillermo, de los familiares de las víctimas del atentado que tuvo lugar el 7 de julio en Londres o del propio George Osborne, ministro de Finanzas. Sin embargo, el escándalo estallará finalmente a causa de la desaparición de una niña de 13 años, Milly Dowler, que desapareció en el año 2002 y no fue encontrada hasta 6 meses después, desgraciadamente ya sin vida. El escándalo se debió a que el periódico había realizado de nuevo escuchas, pero esta vez las escuchas se realizaron en el móvil de la pequeña desaparecida.
El investigador que había sido contratado por el periódico no se había limitado únicamente a escuchar los mensajes del buzón de voz de la niña, sino que había borrado algunos dejando así espacio para que entrasen nuevos mensajes. Estos cambios en el buzón del móvil de la pequeña Milly no sólo entorpecieron y dieron pistas falsas a la policía en la resolución del caso, sino que supusieron unas falsas esperanzas para la familia de la niña, que al conocer que el móvil registraba una cierta actividad creyeron que Milly seguía con vida. Como el caso de Milly también se dieron otros de escuchas efectuadas sobre móviles de adolescentes asesinadas, así como de parientes de militares.
Este escándalo no sólo ha conmocionado a la sociedad británica, sino a la sociedad en general, y ha hecho cuestionarse cuáles son los límites del periodista y por qué es necesario ofrecer unos contenidos de este tipo para lograr que la información sea consumida. Rupert Murdoch condenó en el juicio por esta causa las prácticas llevadas a cabo por su periódico y dijo que él no era conocedor de los métodos que utilizaban los redactores para hacerse con la información.
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